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Alguien se queda durante varios minutos con los ojos abiertos y la mirada perdida. Otro se sorprende porque se da cuenta de que escucha las palabras distorsionadas. Una mujer recibe reproches de su marido porque no recuerda películas que vieron juntos o se angustia porque no puede recordar los detalles de viajes recientes.

Otra se desespera porque su familia no le cree cuando se queja de que advierte síntomas extraños queaquéllos se niegan a aceptar. "No empecés, no empecés...", suelen advertirle cuando insiste en que lo que siente es real. Finalmente, hace una consulta médica y recibe un diagnóstico que intenta explicar el cuadro que la inquieta: según el médico con el que consulta, padece depresión mayor.

Todas estas historias, rigurosamente ciertas, les ocurrieron a personas cuyos nombres omitimos por pedido de los protagonistas y que con alrededor de 60 años o más comenzaron a sufrir epilepsia, el trastorno neurológico crónico más común en el mundo (incluso más frecuente que el mal de Parkinson), pero del que muchas veces se cree que sólo se origina en la niñez o la adolescencia.

Las evidencias, sin embargo,indican precisamente lo contrario. No sólo que este cuadro es más frecuente en edades avanzadas que en las tempranas, sino que con la mayor expectativa de vida se está diagnosticando más (y tal vez esté aumentando su prevalencia) entre los adultos mayores.

"La epilepsia comienza en cualquier edad, pero con más frecuencia en el primer año y después de los sesenta -dice el doctor Alfredo Thomson, director médico del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y jefe de la Clínica de Epilepsia del Instituto de Neurociencias Cognitivas (Ineco)-. Sin embargo, si uno compara estos dos grupos, se calcula que es seis veces más frecuente después de los sesenta. Es más: estudios realizados en los Estados Unidos sugieren que si se tomara en cuenta el subdiagnóstico, esa relación podría ser de 10 a 1."

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que la epilepsia afecta a 50 millones de personas en el mundo, de las cuales cinco millones viven en América. En la región se calcula que podría existir una brecha de tratamiento superior al 50%, lo que significa que más de la mitad de las personas que la padecen no están recibiendo tratamiento.

Aproximadamente uno de cada diez individuos experimentará una crisis epiléptica en su vida. Esta situación está definida por "la ocurrencia de signos y síntomas debidos a actividad neuronal sincrónica o excesiva en el cerebro".

"El problema que se presenta en los adultos mayores de sesenta es que se trata de una patología más difícil de diagnosticar, ya que no siempre se presenta con crisis convulsivas", dice Damián Consalvo, especialista a cargo del área de epilepsia del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (Ineba).

"Es muy frecuente que [este cuadro] sea irreconocible en el adulto -coincide Natalio Fejerman, consultor honorario del Servicio de Neurología del hospital Garrahan y ex secretario general de la Liga Internacional contra la Epilepsia-. Esto les ocurre incluso a muchos neurólogos que son buenos profesionales en otras áreas."

Amnesia transitoria, demencia, depresión, síntomas epigástricos (en la parte superior del abdomen) son señales que pueden delatar una epilepsia en el adulto mayor y que, al ser inespecíficas, demoran la identificación del cuadro.

"El diagnóstico de la epilepsia es esencialmente clínico -subraya Thomson-. El electroencefalograma lo avala, pero no es suficiente. En el estudio de veteranos realizado en los Estados Unidos (Veterans Affairs Cooperative Study), uno de los más sólidos sobre el tema, casi el 40% de los electroencefalogramas [en personas con epilepsia resultó normal]. Por otro lado, sólo uno de cada cuatro pacientes de esa edad presenta convulsiones. Lo más frecuente son las crisis no convulsivas, que se dan con síntomas raros. Se registran predominantemente en el lóbulo frontal y pueden durar muy poco tiempo... o mucho: horas, días, semanas. Entonces, si una persona tiene 60 años o más, y está confusa durante varios días, con mucha frecuencia se piensa en un caso de Alzheimer cuando en realidad tal vez tenga epilepsia, con el agravante de que el 10% de los pacientes con Alzheimer además tienen crisis epilépticas."

En otros casos, agrega Consalvo, cuando se dan crisis continuas y con formas sutiles de presentación pueden ser interpretadas como un accidente cerebrovascular.

"El electroencefalograma en esta franja de edad es menos específico que en las personas jóvenes -explica el especialista-. En el adulto mayor, el cerebro pareciera no tener capacidad de experimentar el tipo de descargas que padece el adulto joven."

Según detalla Thomson, la causa más frecuente de epilepsia después de los sesenta son los trastornos vasculares, los pequeños ACV antiguos, muchas veces asintomáticos, en la región frontal del cerebro. Y el gran desafío para médicos y pacientes es el diagnóstico: "La demora hace que la persona viva con convulsiones, o que por una «ausencia» o un «síncope» tenga riesgo de caerse o lastimarse -destaca-. Es un cuadro relativamente benigno, en el sentido de que no es mortal, pero que sin tratamiento puede producir una alteración muy importante en la calidad de vida".

"Muchas evidencias indican que la epilepsia en la tercera edad es un importante problema de salud pública -dice Silvia Kochen, profesora adjunta de la Cátedra de Neurología de la Universidad de Buenos Aires, directora del Centro de Epilepsia del Hospital Ramos Mejía y autora de un estudio sobre prevalencia y características clínicas de la epilepsia en la localidad de Junín, publicado en Neuroepidemiology-. En especial, porque no hay reconocimiento y se confunde con otras enfermedades. A eso hay que sumarle el maltrato que surge por el pesado estigma que enfrentan los que padecen este mal."

Por suerte, también hay buenas noticias. Una de ellas es que la epilepsia en el adulto mayor normalmente puede controlarse y tiene buen pronóstico. "Las últimas recomendaciones sugieren usar en estos casos las drogas más nuevas, que no tienen tantas interacciones, porque alrededor del 85% de los pacientes de ese grupo de edad consumen de seis a siete fármacos, y hay un 15% que toma 10 o 15", concluye Thomson.

www.lanacion.com.ar  01/07/14