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Profesores y alumnos comparten espacio y aprendizaje; los aplazos cayeron a un 30%

LA PLATA.- Sí, la pesadilla se terminó. O al menos eso se comenta en esta ciudad. Porque con un método innovador en el estudio de las matemáticas, que incluye hasta el cambio de lugares en las aulas y la participación de alumnos y profesores, se logró que el 70% de los que estudian esa materia en Ingeniería aprobaran el curso.

En efecto, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) logró incrementar el número de jóvenes que aprueban la materia y, lo más interesante, bajar la deserción por culpa de los indomables números. En 2001, por ejemplo, de un universo de 850 alumnos sólo el 30% aprobaba; muy pocos de los estudiantes que no habían conseguido el objetivo recursaban al año siguiente, y el resto, casi la mitad, sentía que había "fracasado" y dejaba de intentarlo. Ahora sólo abandona el 10%.

Lo primero que se hizo en 2003 fue aunar las distintas ramas de la materia -Análisis 1, Geometría Analítica y Algebra-, que en muchos casos repetían los contenidos y requerían demasiada carga horaria semanal. Así las cosas, se generaron nuevos planes de estudio para Matemática A (la que se cursa en el primer semestre del primer año), Matemática B (en el segundo período) y Matemática C, que se rinde al año siguiente.

 

Luego, se modificó la cantidad de alumnos por comisión, y lo que antes eran clases multitudinarias, con gente sentada en el suelo y escribiendo como podía -lo que impedía el contacto directo entre maestros y alumnos, entre otras cosas- mutó en cursos de hasta 70 estudiantes por comisión.

 

A partir de ahí, la manera de aprender de los alumnos cambió radicalmente. Porque ése es el punto fuerte de la nueva metodología desarrollada por los docentes: que los jóvenes se instruyan por sí mismos -lo que genera la autonomía y un orden al momento de estudiar- con la colaboración del trabajo en grupo de sus compañeros y profesores.

Alumnos desorientados

Al principio de la puesta en marcha del método, el primer día de clases encontraba a los alumnos un poco desorientados. Porque, dispuestos a sentarse cada uno en un pupitre frente al pizarrón, los novatos recibían la propuesta de unirse de a siete alrededor de una mesa grupal.

"Ahora ya lo hacen solos. Pero al principio había chicos que se desalentaban ante lo que consideran un fracaso. Por eso es una preocupación de las autoridades de la facultad para conservarlos en la institución y que puedan aprender a emplear este método que ya probó sus resultados", dijo a LA NACION Néstor Búcari, profesor titular de lo que, con la nueva metodología, se denominó Matemática A. Búcari, un entusiasta del método, aclaró que con el transcurso de los años los nuevos alumnos ya están al tanto de esta disposición y cuando entran a la universidad lo hacen más relajados, sabiendo que allí se enseña matemática de una manera innovadora.

Volviendo a la experiencia en clases, una vez que los alumnos se agrupan y se sientan en una gran mesa, interactúan entre sí para resolver las consignas indicadas por el profesor.

La solidaridad gana espacios dentro del aula y aquel joven que más facilidad tiene en un determinado tema ayuda a quien tiene problemas. En tanto, los docentes se confunden dentro de los grupos y despejan personalmente todas las dudas planteadas. Al finalizar los contenidos, los alumnos son evaluados de la manera tradicional.

"Los chicos razonan por sí mismos, sacan conclusiones y trabajan; así, pueden llevar a la práctica, a la realidad, los enunciados", dijo el decano de la facultad, Marcos Actis. Entusiasmado por los buenos resultados de los últimos años -la reducción en el porcentaje de abandonos y un notable aumento en la cantidad de aprobados-, el directivo anhela que la nueva metodología pueda aplicarse en el futuro en otras instituciones educativas.

"Hemos reducido también los guarismos de ausentismo. Los chicos vienen con otras motivaciones", finalizó Búcari.

www.lanacion.com.ar 20/09/11