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Hace aproximadamente 15 años empecé a pensar en la necesidad de encontrar respuesta a una de las preguntas recurrentes entre la comunidad de padres de hijos con discapacidad: "¿Qué va a ser de mi hijo o hija cuando nosotros no estemos?"

Y si bien a lo largo de este lapso de tiempo se ha generado un cambio social positivo y hoy son muchas las empresas que solicitan la contratación de personas con discapacidad intelectual, esa pregunta sigue latente. Incluso con más fuerza entre los padres porque ya tomaron conciencia de que sus hijos son capaces de más de lo que la mirada médica les había dicho que podrían alcanzar.

Algunos de los miedos que tienen los padres están relacionados con la capacidad que luego tendrán sus hijos para tener y mantener un empleo que les permita su sustento económico, la capacidad de vivir solos y poder mantener una casa sin correr riesgos (cocinar, no dejar prendido el gas, limpiar, hacer las compras) o viajar solos sin perderse.

Cada familia tiene historia y temores diferentes. Seguramente con menos sobreprotección, habría mayores posibilidades de llegar a la vida adulta con una independencia mayor pero, en una sociedad tan poco preparada, ¿quién puede juzgar la sobreprotección?

Y para hablar de los apoyos necesarios hay que pensar en cada persona en particular porque al agrupar a todas las personas con discapacidad ya estamos creando un prejuicio sobre lo que imaginamos que necesitan cuando, en realidad, hay que pensar cada situación y persona como única y particular.

Actualmente muchos de los jóvenes y adultos de la Fundación Discar participan del Taller de Transición a la vida adulta y el siguiente paso, al que vamos arribar en 2015, es al de la preparación para la vivienda independiente. Ya tenemos experiencias de algunas de las personas con las que trabajamos que han formado su pareja y viven independizados de sus padres y también otros que, sin haber formado pareja viven ya fuera de su casa paterna.

Ojalá encontremos eco en el Estado para lograr los apoyos a los proyectos de vida independiente para conseguir modificar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y para lograr que sean ciudadanos de pleno derecho.

Por Victoria Shocrón

La autora es presidenta de la Fundación Discar; www.fundaciondiscar.org.ar

 www.lanacion.com.ar  04/10/14