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Con parálisis cerebral hizo la primaria en la escuela Arlene Fern

Iván Davidovich (16 años) nació con parálisis cerebral con compromiso motor en sus cuatro miembros, razón por la cual no puede hablar ni caminar.

A los 2 años no sostenía la cabeza y era casi imposible imaginar que 10 años más tarde lograría finalizar 7° grado en la escuela común Arlene Fern.

Más difícil era vislumbrar que al terminar sus estudios primarios, lejos de conformarse, pediría a sus padres la posibilidad de hacer el secundario en la escuela ORT en donde hoy cursa tercer año con muy buenos resultados gracias a su empuje y el trabajo de un equipo de docentes y profesionales que lo acompañan para que pueda desarrollar al máximo su potencial.

Si bien no puede hablar, Iván logra comunicarse a través de un sistema por computadora llamado TOBI, que permite que pueda dirigir el teclado a través de su mirada. "Ser estudiante es un valor que llevo en el corazón. Mi experiencia con mis compañeros-amigos-hermanos de mi escuela me sirvió para ser hoy quien soy. Ellos me enseñaron a ayudar, a cooperar y a ser buena persona", explicó Iván el día de su graduación de primaria. Actualmente, Iván está cursando la especialidad en producción musical en la ORT.

¿Pero qué fue lo que permitió que Iván pudiera llegar tan lejos siendo que tantos otros, incluso con menos limitaciones, no logran siquiera alfabetizarse?

"Si hay apuesta, no hay techo. Uno nunca sabe cuán lejos te puede llevar el deseo", responde orgullosa su mamá, Carina Schur, psicóloga, orientadora familiar en discapacidad, quien cuando Iván tenía 2 años se presentó en el colegio Arlene Fern para solicitar la vacante para su hijo y se encontró con un proyecto educativo que hoy es modelo de educación inclusiva en nuestro país.

"Esta es una escuela para todos. Por educación inclusiva entendemos que la propuesta educativa pedagógica tiene que tener posibilidades para que cada uno despliegue lo mejor que tiene y el máximo de lo que puede dar. A Iván se le dio un apoyo tecnológico para poder alfabetizarse. Sembramos..., no sabíamos qué iba a pasar y pasó. Fue una apuesta", explica Lea Vainer, fundadora de esta escuela que tiene 40 chicos integrados de un total de 520 alumnos, de Inicial a 7° grado.

En todas las aulas de esta escuela con orientación bilingüe y formación judaica, chicos con y sin discapacidad aprenden juntos (hay entre dos o tres integraciones por aula). "Los chicos acá crecen con otra cabeza, con una mirada de respeto por el otro, sea gordo o flaco. Aprenden a convivir y a respetar las diferencias", explica Sally Gansievich, la directora general de primaria.

La clave del éxito de este proyecto inclusivo tiene varios ingredientes: por un lado, los maestros integradores son parte del staff de la escuela y como tal perciben los mismos beneficios económicos que los demás maestros. A su vez, todos los maestros junto al personal no docente y todas las áreas reciben capacitaciones continuas sobre educación inclusiva.

"La escuela tiene que ser el proyecto de sociedad al que queremos llegar", concluye Vainer.

Cecilia Zolezzi
www.lanacion.com.ar  17/03/16