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Cuando lo irreparable vuelve, se reitera y golpea profundamente, dejando huellas en los intersticios de lo que nunca debería haber ocurrido, como fue la matanza de tantos niños en la escuela de Newtown, Connecticut; nuevamente, una tragedia.

¿Acaso somos los miembros de la sociedad testigos activos de lo que no hacemos? ¿Testigos activos mirando cómo nuestros jóvenes se desgarran en un pantano de malentendidos, violencia, miedos e inseguridades? Sólo porque no cumplimos con nuestro deber adulto de estar ahí, para escucharlos, para entenderlos.

 

Decimos que prevenir es hacer un lugar para pensar antes de que los hechos sucedan, y nuestro objetivo es transmitirles a los padres, a los docentes, la idea de que, si hacemos un espacio para pensar cuando empezamos a identificar signos, cuando empezamos a ver que las cosas ya no son como venían siendo hasta este momento, sí se podrían haber prevenido masacres y situaciones de dolor como la que hemos vivido en estos últimos días.

Un signo aparece para ser leído, para ser entendido, primero, dentro del marco familiar. Cuando, después, dichos signos se expresan en el marco escolar, surgen como una nueva oportunidad para ser leídos, y aquí es fundamental también el rol del docente.

Los chicos que muestran su violencia a través de su hiperactividad (no se quedan quietos y molestan a sus compañeros) son los que más llaman la atención del docente o de los padres, pero, ¿qué sucede con esos chicos que también se encuentran en situaciones de riesgo, que no percibimos porque creemos que están bien?

Por ejemplo, si vemos que un chico cambia su estado anímico, se aísla, se irrita fácilmente y que ya no está como antes, eso ya no tiene que ver únicamente con el proceso normal de la adolescencia. Le está sucediendo algo que hay que entender de otra manera.

Si nos remitimos al suceso de Connecticut, Adam Lanza era descripto como "un joven inteligente, extraño y reservado". "Nunca le pegó a nadie", dijo su tío, que además indicó que el tirador tomaba un medicamento contra la esquizofrenia .

Un docente no es un especialista para hacer un diagnóstico, pero, si cuenta con herramientas de prevención, puede diferenciar en alguna medida qué es normal y qué se ha excedido, y decidir consultar sobre ello con un especialista. Consideramos que es fundamental que los maestros se formen en el desarrollo de una metodología preventiva para poder comenzar a leer estos signos desde edades tempranas, y así poder detectar situaciones de riesgo. El camino de la prevención es el de la responsabilidad, ya que responsabilidad significa dar una respuesta. Significa preguntarse: ¿qué es lo que me pasó con mi hijo para que esto suceda?, ¿qué es lo que no escuché?, ¿qué es lo que no entendí con este alumno?

Por Mónica Toscano 

www.lanacion.com.ar 18/12/12