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Todos los chicos tienen las condiciones para desarrollar sus habilidades, el único impedimento es la falta de oportunidades. Con esta premisa es que la ONG Cimientos trabaja para proponer los lineamientos y cursos de acción más efectivos para contribuir a resolver las necesidades detectadas en el sistema educativo.

"Hoy se ha logrado elevar la apuesta y la pelea ya no consiste en lograr que los chicos lleguen a la escuela secundaria, sino que podamos comenzar a pensar estrategias para que permanezcan, la finalicen y desarrollen un aprendizaje de calidad en ese trayecto de su vida", sostiene Jessica Malegaríe, directora de Programas de Cimientos.

 

Y justamente para conseguir estos objetivos es que Cimientos trabaja con escuelas a la que asisten jóvenes en condiciones de vulnerabilidad. En estos escenarios pueden distinguir algunos factores que favorecen la inclusión, como los que se refieren a procesos áulicos inclusivos, centrando su mirada en los jóvenes y ofreciendo estrategias para el desarrollo de las trayectorias escolares según las características de los mismos. "Porque lo que vemos es que incluso en los peores contextos económicos, de infraestructura y organizacionales, hay docentes que consiguen educar para todos. Entonces tenemos que ver cómo lo están haciendo, para poder replicar esas experiencias en otras escuelas", agrega Malegaríe.

Entonces, ¿cuáles son las barreras que limitan la inclusión o directamente fomentan la exclusión de los alumnos de las aulas? Según la especialista se trata -en muchos casos- de instituciones que sufren carencias similares a las de la población que reciben: edificios deteriorados, aulas insuficientes, pocos recursos didácticos, baños casi impenetrables. Los jóvenes se aburren; las propuestas y dinámicas escolares, el tiempo y formato de la escuela no los motiva ni los convoca.

"Cuando un chico va a una escuela y no tiene banco, el baño está tapado y el docente no fue, no hay mucho espacio para albergarlo. A esto hay que sumarle que no encuentran que lo que aprenden les sirve, no tienen referentes adultos cercanos que los acompañen durante su trayectoria y los docentes tampoco cuentan con herramientas para acompañarlos", dice Malegaríe.

En relación con los docentes, sostiene que no recibieron capacitación para trabajar con la cantidad de jóvenes por aula que implica la masividad del acceso a la escuela secundaria ni tampoco para abordar la diversidad que se hace presente allí.

"El logro es que los adolescentes estén en la escuela y ahora el desafío es que se queden y que aprendan contenidos para su futuro", concluye Malegaríe.

www.lanacion.com.ar  07/09/13