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En un contexto económico complejo y con una oferta educativa que crece, la orientación vocacional ayuda a descubrir intereses, tomar decisiones autónomas y diseñar un proyecto de vida
Mucho más que un test y mucho menos que una fórmula mágica para elegir sin equivocarse: la orientación vocacional es, en realidad, una herramienta que ayuda a diseñar un proyecto de vida.

En un contexto económico complejo e incierto, con una escuela media deficiente y una oferta educativa en expansión, elegir el futuro pone a los chicos frente a ansiedades diversas, desde las que naturalmente supone descifrar la oferta de carreras e inclinarse por una hasta las que agregan los padres, cada vez más preocupados porque sus hijos "no se equivoquen".
Aunque muchos chicos siguen esperando que la orientación vocacional mágicamente les diga qué estudiar, las funciones que cumplen los orientadores son bien distintas. Entre ellas, ayudarlos a decidir por sí mismos, descubrir sus intereses, entender el sistema de educación superior, conocer el contexto económico, adquirir hábitos de estudio e imaginar la vida a la que aspiran como adultos. En síntesis, acompañar a los chicos en una decisión activa, en la que deben comprometerse.
Así entendida, la orientación vocacional puede reducir los fracasos y abandonos en los primeros años de la Universidad, que no sólo están motivados por falta de conocimientos o de hábitos de estudio.
"Muchos chicos eligen una carrera porque sus amigos lo hacen, por un imaginario equivocado de éxito económico o para ir a una universidad determinada, pero no desde un proyecto de búsqueda interna", alertó a LA NACION María José Fittipaldi, a cargo de Orientación y Seguimiento en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
"Muchos optan por una carrera para estar anotados y sentirse protegidos, porque son estudiantes de tal cosa en tal universidad, pero no se fijan de qué se trata", completó la psicóloga Adriana Gullco, presidenta de la Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina (Apora).
Al mismo tiempo, la orientación también resulta útil para abrir un futuro posible para muchos chicos que, con dificultades económicas y formación media de menor calidad, ni siquiera se animan a pensarse adultos.
Por eso, dicen los especialistas, la orientación vocacional debería integrarse a la educación formal, no como una materia en el último año, sino como parte de la cultura escolar y del modo de transmitir los contenidos.
"La orientación puede convertirse en un espacio para ayudar a que los chicos construyan las herramientas que necesitan para continuar su formación. Pueden ser herramientas para poder aprender, y de reflexión, para reconocer sus proyectos y valores", dijo Diana Aisenson, directora del Departamento de Orientación al Estudiante de la UBA.
En transformación
La carrera dejó ya de ser aquella ocupación predecible que se elige de una vez y para siempre y marca toda la vida profesional. "Hoy se entiende que la carrera es un punto de partida, y va a replantearse varias veces en la vida. Se espera que uno cambie de trabajo y que tenga que gestionar su propia carrera. Por eso hace falta una formación amplia, para tener la capacidad de readaptarse a nuevas opciones de trabajo", dijo Gullco.
Ante este panorama, el camino es una "investigación interior" sobre aptitudes y posibilidades, que deben contrastarse luego con la oferta educativa y el horizonte laboral en que se vive. Nada fácil.
"Los chicos que terminan el secundario son una población muy vulnerable: no es fácil conseguir trabajo; no todos pueden sostener económicamente sus estudios; necesitan ayudar a sus familias y vienen de escuelas medias muy dispares, que les dejan capitales culturales muy diferentes", describió Aisenson.
"Les cuesta pensar el futuro porque el presente los asusta mucho. Algunos privilegian la salida laboral, sobre todo cuando vienen de situaciones familiares difíciles, y otros dicen que lo económico no les interesa para nada, lo cual tampoco es cierto", apuntó Raquel Migone de Faletty, psicóloga y especialista en orientación vocacional. "Lo que intentamos es que los chicos se abran a la exploración, a buscar opciones y se den un tiempo para pensar", expresó.
La información sobre carreras e instituciones está allí, disponible y abundante en voluminosas guías del estudiante y en Internet, pero pocas veces los chicos logran comprenderla y utilizarla. Por eso, "desenmarañar" los datos también es tarea de los orientadores, como acompañarlos en su propia investigación del campo laboral, con encuentros con profesionales y visitas a instituciones, en un proceso individual que debe tener respaldo de la familia. "No sirve la orientación vocacional si no hay un contexto familiar que apoye la idea de buscar un proyecto personal, en el que no se entremezcle el proyecto de los padres", dijo Fittipaldi.
Aunque la ley federal de educación prevé que los chicos reciban orientación en la escuela, nunca se reglamentó cómo. Hoy, muchas universidades ofrecen servicios para chicos del secundario -gratuitos o con bajo arancel- y existen centros privados dedicados al tema. Pero en las escuelas, la iniciativa depende de cada institución. "Lo ideal sería que los docentes relacionaran su disciplina con el mundo del trabajo, y que hubiera orientadores para trabajar en las dificultades individuales", apuntó Gullco.
"La orientación vocacional tendría que estar dentro de la cultura escolar. Cada docente orienta a los chicos cuando da una buena clase o relaciona su materia con la realidad laboral. Se interviene en la decisión vocacional de los chicos a través de los vínculos que se establecen con ellos y de la forma en que se transmiten los contenidos", agregó Fittipaldi.
Además, no sólo debería orientarse para ingresar en la Universidad. "Todos los egresados del nivel medio, especialmente los que tienen dificultades para seguir estudiando, tendrían que recibir orientación para poder insertarse de alguna manera", dijo Faletty.
Más que un problema pedagógico para tratar en el aula, la elección del futuro profesional de los jóvenes tiene interés para la sociedad, que también orienta, cuando, por ejemplo, promueve algunas carreras y no otras, o identifica el éxito sólo con el rédito económico.
"La orientación vocacional debe servir para promover un cambio cultural en el país, para revalorizar el esfuerzo y el proyecto personal con metas y valores", afirmó Fittipaldi. .
Por Raquel San Martín

www.lanacion.com.ar
06/06/04