Imprimir

Sobre la creencia de que no hay una sola manera de enseñar, viajan desde México para charlar con educadores y alumnos

Juntos, Bruno Iriarte y Annaid Rodríguez decidieron vivir en una combi para poder viajar de pueblo en pueblo buscando métodos diferentes de educar a niños y adolescentes. Sobre la creencia de que no hay una sola manera de enseñar, visitan escuelas y charlan con los educadores y alumnos. Comunidades rurales aisladas y de centros urbanos, que desafían a las convenciones y crían a los más jóvenes en relación a su estilo de vida y contexto; algunos haciendo huertas, otros aprendiendo a partir del rap y grafitti.

El viaje comenzó en el norte de México, en la frontera con Estados Unidos, descendieron hasta llegar a Guatemala. De ahí continuaron por Nicaragua y la isla Antigua y Barbuda. Ahora están en Costa Rica, el próximo destino es Panamá, para luego subir la combi a una embarcación y llegar a Colombia, Ecuador y Perú. El objetivo final es la Argentina, el país natal de Bruno, quien nació hace 32 años en Salta, estudió Relaciones Internacionales en la UCA y trabajó en Enseña por Argentina.

"Estaba muy cansado de la escuela tradicional y comencé a pensar en pedagogías alternativas o metodologías innovadoras, hacer algo distinto en el salón de clases", contó Bruno a LA NACIÓN. Con esta idea en mente inició el viaje en junio del 2016. Cuatro meses más tarde se sumó Annaid, su novia. Ella tiene 26 años, nació en Michoacan y estudió Diseño de Interiores y Paisajismo en la Universidad de Guadalajara.

"Lo que denomino escuelas alternativas es que en ellas no se esté implementando pedagogía tradicional: maestros parados al frente del aula y estudiantes tomando apuntes, luego examen", comentó Bruno. En las escuelas que visitan buscan que estén innovando en el proceso de aprendizaje, que el estudiante sea protagonista a la par del profesor y que forme parte de la toma de decisiones en cuanto al contenido del programa y la manera de incorporarlo. En contraste, "en las escuelas tradicionales se sigue un programa, una curricula fijada por el director, un supervisor y las autoridades ministeriales".

Sin embargo, Bruno aclaró que la educación alternativa no siempre es una opción. La gente con menos recursos, en general, no puede mandar a sus hijos a escuelas no reconocidas por el Ministerio de Educación de su país, porque al finalizar la educación secundaria deberían pagar para que sus hijos rindan libre y puedan tener acceso a la universidad. Esto no solo conlleva el pago de los exámenes, sino las clases particulares para que puedan adecuarse a los contenidos requeridos. Además, sostuvo que muchos padres están obligados a mandar a sus hijos a escuelas tradicionales y reconocidas por el Estado para "poder cobrar los planes y asistencia social".

"Las escuelas Montessori o Waldorf poseen métodos más emblemáticos alternativos. Pero las que visitamos en América Latina tienen pedagogía libre experimental y los chicos desarrollan su propio aprendizaje", contó. Y admitió que en las instituciones alternativas no se imparten todos los contenidos que se ven en las tradicionales, pero plantea el interrogante de si un conocimiento tan exhaustivo es necesario para el desarrollo del niño. "La sociedad avanza mucho más rápido que la escuela; es necesario que se reconozcan y se valoren los proyectos alternativos para introducir una transformación en las aulas".

A medida que avanza el viaje también lo hace el libro y documental que van armando en este recorrido por el continente, el mapa sobre el que viven a diario nuevas experiencias. Los jóvenes tienen la meta de darlos a conocer en la Argentina para brindar un aporte a la comunidad "y generar un debate en torno a la educación que les brindamos a nuestros chicos y así proponer cambios.

Tipos de escuelas que conocieron

1 Escuela libre, Guanajuato, México

No tienen horarios ni materias fijas, "está basada en la intuición de los estudiantes, ellos aprenden a partir de lo que les causa curiosidad". Por ejemplo, un día los estudiantes pidieron aprender a armar una tirolesa; a partir de esa propuesta se les enseñó como calcular la distancia entre arboles y los metros de soga que requería armarla. Las materias tradicionales, como la matemática, están aplicadas a la experiencia directa, a partir del juego aprenden a hacer los cálculos y "no a partir de un pizarrón".

2 - Tierra Plena, Chiapas, México

Surgió a partir de una madre, al ver la frustración que la escuela tradicional generaba en sus hijos. Estos percibían que lo que les enseñaban no era aplicable a sus realidades. Ante lo cual, la mujer optó por el homeschooling. "Tienen una huerta y una granja con animales. Les enseñan a recolectar los huevos, a saber cuáles sirven y cuáles no, a contarlos y multiplicarlos".

3 - Los Patojos, Jocotenango, Guatemala.

Es una escuela de educación popular donde se aprende a partir del arte urbano, y la relación entre el alumno y el maestro es horizontal. "Los educadores no son grandes catedráticos; se criaron a la par de los padres de sus alumnos, por lo que conocen el pulso del barrio". Aprenden matemáticas por medio del hip hop y el baile free style, rapeando las tablas de multiplicar o pintándolas en murales.

4- Bellelli, San José, Costa Rica.

Esta escuela de primera infancia está basada en la pedagogía Reggio Emilia, que busca acercar a los padres a la formación temprana de sus hijos, previo a la escolarización, mediante juegos didácticos. "Los padres juegan con sus hijos, siguiendo las instrucciones de los maestros", estos juegos tienen un trasfondo de aprendizaje; aprenden a contar, a nombrar los colores y animales.

www.lanacion.com.ar   20/01/17