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La Asociación Argentina de Tartamudez calcula que hay cerca de un millón de argentinos con esta disfluencia; en las escuelas porteñas, el 55% de los docentes presenció alguna situación de bullying por esta causa

En un mundo donde la comunicación es cada vez más breve y veloz, convivir con la tartamudez no debe ser fácil. Menos aún si esta disfluencia -que según la Asociación Argentina de Tartamudez (AAT) afecta a casi un millón de argentinos - aún provoca burlas.

En las escuelas públicas y privadas porteñas, el 55% de los docentes presenció alguna situación de bromas, burlas o bullying contra chicos disfluentes. "En general, veían que esas conductas eran más comunes en los pasillos o los recreos que en el aula", cuenta Mara Luque, fonoaudióloga especializada en el tratamiento de la tartamudez y docente de la UBA.

Los datos surgieron de un cuestionario previo a las charlas de capacitación en las escuelas. Antes de entrar, el desconocimiento de este trastorno del habla era casi total, de acuerdo con los resultados que presentó Luque en el 9° Congreso Mundial de Tartamudez, que se hizo en nuestro país.

"Me sigue sorprendiendo que haya ciertas diferencias que sigan siendo motivo de risa. Parecería que la tartamudez se toma como un inconveniente que la persona podría resolverlo y no lo hace. Esto sólo refuerza, quizás inconscientemente, la burla", dijo la psicopedagoga María Zysman, directora de Libres de Bullying, que suele trabajar con la AAT en actividades de prevención. "Se considera que está permitido reírse de una persona con tartamudez. Es una dificultad que no se toma con piedad socialmente", agregó.

Zysman comentó que "muchas veces" el pedido de socorro a Libres de Bullying tiene que ver con la tartamudez. "Si el docente interviene rápido ante las risas, comentarios o burlas, para trabajar en el aula de qué se trata la disfluencia, las primeras reacciones no desembocarán en el bullying. Pero no intervenir, puede llevar al acoso -explicó la especialista-. Hay quienes piensan que se puede hacer humor con todo y el límite, siempre, es el sufrimiento del otro."

Además, opinó que la velocidad de la comunicación actual y la ansiedad de lo coditiano muchas veces contrarresta cualquier esfuerzo que hagan las entidades científicas y las ONG a favor de la integración.

En los consultorios, es común que los adultos con tartamudez recuerden que en la niñez es cuando peor lo pasaron. En el secundario ya aprendieron qué palabras tienen que evitar o a qué otras estrategias recurrir para disimular la disfluencia. "En general, la etapa de la escuela primaria es cuando más se sufren los comentarios hirientes. Alrededor de quinto grado o a los 10 años es cuando más crece el problema. En el secundario, eso no parece ser tan común como podría pensarse", señaló Luque.

Lo que esto genera es un comportamiento defensivo: evitar cualquier exposición para no ser burlado. Eso, también, en el tiempo va modificando actitudes, la relación con los demás, la educación o la búsqueda de trabajo. "Es importante que las personas con tartamudez y sus familias y amigos sepan que no sólo es posible tratar la tartamudez en la niñez. Los adultos también tienen una oportunidad para inhibir las conductas motoras que, muchas veces, provocan esta dificultad para comunicarse. Hay que saber que la fluidez perfecta (al hablar) no existe", indicó Luque, que es miembro de la International Fluency Association y docente de la carrera de fonoaudiología de la UBA.

No sólo repetir las letras, las sílabas o las palabras de una oración define a este trastorno neurobiológico del habla. Tener que "hacer fuerza" para poder avanzar en una conversación es otro signo de alerta para los especialistas.

Existe una versión intensiva del tratamiento para los adultos con un enfoque multidisciplinario que incluye estrategias para mejorar la calidad de vida. Luque comentó que, del 18 al 21 de este mes, el Hospital Universitario Cemic coordinará un programa intensivo de tratamiento para mayores de 18 con tartamudez, con acceso gratuito, sobre todo para las personas sin recursos que no pueden acceder al tratamiento. La única condición es enviar un correo electrónico a Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. o llamar al (011) 5299-0100 interno 2989 para solicitar una evaluación previa.

Tres mitos para desterrar

La Asociación Argentina de Tartamudez derriba tres mitos sobre este trastorno del habla:

La tartamudez es contagiosa: Es un mito muy arraigado la creencia de que los chicos copian exactamente los hábitos de sus mayores. Sin embargo, la mayoría de los padres de los chicos con disfluencia no tartamudean.

Tartamudean porque son nerviosos: Las personas con tartamudez no poseen, en general, problemas psicológicos ni emocionales. En realidad, quienes se ponen nervioso o ansiosos son quienes los escuchan. Es habitual que a la persona con disfluencia le digan que se relaje, cuando en realidad son los demás quienes deben hacerlo.

 El estrés influye en la tartamudez: El estrés no es bueno para nadie. Cuando estamos cansados mental, emocional y físicamente, a todos nos resulta más difícil hablar con fluidez.

Fabiola Czubaj

www.lanacion.com.ar  09/11/15