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Germinare trabaja desde hace diez años para que chicos humildes accedan a una educación mejor

"Si uno quiere cumplir sus sueños tiene que confiar en uno mismo y saber que se puede", aconseja Rodrigo. Con sólo 19 años, tiene experiencia suficiente para sostener sus palabras: empezó la primaria en un contexto difícil y hoy, con la ayuda de la fundación Germinare, está en la universidad.

La entidad celebra por estos días sus diez años de vida y se creó con el fin de brindar acceso a una educación de calidad a chicos de bajos recursos, que se proponen hacer el esfuerzo de cambiar su realidad.

Trabajan con los chicos y con sus padres, cuentan con la ayuda de colegios que los becan y empresas que los sostienen. Toda una sinergia de voluntades que permite algo único: una mejor formación académica que, a largo plazo, modifique su entorno y mejore su futuro.

El programa Agentes de Cambio recibe a chicos de nueve o diez años, les ofrece una nivelación académica y personal intensiva durante 14 meses para después ingresar con becas dadas por los colegios a una institución académica de buen nivel. Como cumplieron una década, aquellos primeros chicos hoy ingresan en el mundo universitario o laboral.

El enorme esfuerzo de los alumnos tiene, como contrapartida, un gran apoyo de la fundación. Un equipo docente y una psicóloga los apoyan en cada zona donde la fundación trabaja: Pilar, San Fernando, Campana y Zárate.

Aunque empezaron con más ganas que certezas, hoy cuentan con resultados tangibles: hay casi 140 chicos y 280 familias que forman parte del programa.

"Con un trabajo muy intensivo, hoy mostramos el cambio que se puede generar a través del esfuerzo de los chicos y nosotros actuando como puente entre lo que pueden dar ellos y sus familias, además de personas, empresas y colegios que nos ayudan para que tengan esta oportunidad", explica Constanza Oxenford, la directora ejecutiva de Germinare y una de sus fundadoras.

Está probado el espíritu de contagio de estos cambios: los chicos pasan a ser ejemplos dentro de su familia y su comunidad. "Además de conocimiento, les transmitimos valores, y ellos y sus familias hacen modificaciones culturales para ir progresando", señala Oxenford. Su página es www.germinare.org.ar.

Rodrigo Fernández es parte de Germinare desde los comienzos de la fundación. Hoy cursa segundo año de Administración de Empresas en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y asegura que lo más valioso que recibió de la fundación fueron el apoyo y las ganas que le dieron para que siguiera adelante. "Varias veces quise abandonarlo todo, pero me dieron ánimo para que no bajara los brazos. Hoy veo el valor de no haber abandonado -reconoce-. Sin ellos no hubiera llegado a la facultad, sin duda."

"Educación y conocimiento, a diferencia de otros bienes como el dinero, crecen cuando se comparten y son fuente de vida", sintetiza Oxenford.

www.lanacion.com.ar 18/05/11