Asesoramiento y acompañamiento en la crianza y educación de los hijos.

Se brinda asesoramiento a los padres basadas en la crianza con apego y en la disciplina positiva.

Se asesora sobre los primeros aprendizajes otorgando una serie de pautas e informaciones respecto a los aspectos evolutivos, madurativos, sociales y espirituales que favorezcan el vínculo familiar y el desarrollo integral de los hijos.

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Abordaje psicopedagógico integral del niño y su familia.

Se acompaña al niño desde el sufrimiento por sus dificultades de aprendizaje y se aborda la situación desde un enfoque holístico que tiene en cuenta su ser, su sentir y su hacer. Se trabaja desde el afecto y el vínculo con la familia y su vivencia en su trayectoria escolar.

La metodología de trabajo consiste en entrevistas con el niño, la familia y el niño junto a su familia.

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Asesoramiento,formación e información sobre pedagogías alternativas.

Se brinda asesoramiento, información y formación  acerca de las pedagogías alternativas.

Se brinda orientación y acompañamiento respecto a actividades que respeten el interés y el propio ritmo de aprendizaje de los niños basadas en las distintas propuestas que ofrecen las pedagogías alternativas.

El asesoramiento se brinda a familias y/o a grupos o instituciones...

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Tenemos la gran oportunidad de cambiar la educación criando niños felices aprendiendo con alegría, entusiasmo y amor.

La escuela reduce las desigualdades de género: la conclusión se desprende del último informe global de Unesco, que encontró quecuanto más alto es el nivel educativo, menor es la brecha salarial entre varones y mujeres.

De acuerdo con los datos del INDEC, en Argentina los varones ganan en promedio 36% más que las mujeres: la brecha salarial goza de buena salud. Pero esa brecha se achica a medida que aumentan los años de escolaridad. El informe de Unesco, titulado “Enseñanza y aprendizaje: lograr la calidad para todos”, encontró que entre los argentinos que han cursado la primaria, los salarios de las mujeres son aproximadamente la mitad de los de los hombres. La desventaja se reduce para aquellas que terminaron la secundaria: los salarios de ellas equivalen a las dos terceras partes de los de los hombres.

“En países de ingresos medianos de América Latina, como la Argentina, Brasil y México, la proporción de mujeres con empleo remuneradoaumenta considerablemente en función de la elevación de su nivel educativo ”, dice el informe. Y añade: “La educación es crucial para que las mujeres puedan tener trabajos decentes y sean capaces de tomar decisiones sobre el uso de los recursos y, por tanto,adquieran mayor control de sus propias vidas ”.

Paradójicamente, mientras en el ámbito laboral la brecha salarial perjudica a las mujeres, las proporciones se invierten en el ámbito educativo, donde ellas son mayoría. Argentina alcanzó ya en la década de 1970 la paridad de género en primaria (la mitad de los alumnos son varones y la mitad mujeres). En secundaria, en cambio, ellas son mayoría: según datos del Ministerio de Educación, las mujeres representan el 58,2% de los egresados. La diferencia se amplía aún más en la universidad: el 61,2% de los egresados universitarios son mujeres. En otras palabras, ellas están más capacitadas que los hombres, pero ganan menos.

“La sobrerrepresentación femenina en los estudios superiores aún no se ha traducido en una presencia proporcional en el mercado laboral, sobre todo en puestos de dirección. Además, persisten las enormes brechas salariales. Como consecuencia, mujeres con sólida formación desempeñan trabajos en los que no logran desarrollar ni su potencial ni sus aptitudes”, explica Victoria Valenzuela, especialista de Unesco.

¿Cuáles son las causas? Valenzuela menciona la valoración inferior de los trabajos femeninos, la carga que implica el trabajo doméstico –y su invisibilización como aporte a la sociedad–, el constante abandono del mercado de trabajo en años esenciales del ciclo de vida, la insuficiente formación profesional y “la introyección de un modelo único de feminidad” (la mujer concebida sólo como madre y esposa) que se presenta como “inmodificable”.

Hugo Ñopo, experto en educación del Banco Interamericano de Desarrollo, pone el foco en los aprendizajes, más allá de la cantidad de años que varones y mujeres están en la escuela: “Las pruebas PISA revelan que América Latina es la región con las más altas brechas de género en el aprendizaje de matemática ”. A la larga, esto tiene un impacto en el tipo de profesión que las chicas eligen: “Todavía se mantienen fuertes patrones de segregación por género en la elección de carreras. La ingeniería y las ciencias son principalmente masculinas; la psicología, la pedagogía y algunas humanidades son más femeninas. Es claro que el primer grupo de profesiones es mejor remunerado que el segundo”, dice Ñopo.

Según datos del BID, el 81% de los estudiantes de carreras deEducación en Argentina son mujeres, mientras que en el área deIngeniería –donde los sueldos son mucho más altos– llegan apenas al 34%.

Para eliminar las brechas salariales, los especialistas apuntan a promover las carreras técnicas entre las mujeres, transformar losprejuicios de género desde la escuela, y mejorar la legislación laboral para equiparar las licencias por maternidad y paternidad.

“Si bien hoy las mujeres comparten con los hombres el tiempo de trabajo remunerado, no se ha generado un proceso de cambio similar en la redistribución de las tareas domésticas en los hogares”, sostiene Carina Lupica, coordinadora del Observatorio de la Maternidad (ver Hay que redistribuir...). Esto hace que ellas deban interrumpir sus carreras, elegir trabajos de tiempo parcial o empleos informales, entre otras consecuencias.

Ñopo concluye: “Las mujeres se hacen cargo del 80% del trabajo doméstico. Con estas diferencias de responsabilidades al interior de los hogares, las mujeres salen a los mercados de trabajo en condiciones desiguales frente a los hombres. Esto luego se traduce en menores posibilidades de ascenso y peores salarios”.

Somos iguales... pero no tanto

La educación juega un rol clave para alcanzar la igualdad entre mujeres y varones. Desde los contenidos educativos que la promueven o desalientan, hasta el impacto en el desempeño laboral futuro.

Si bien las mujeres entraron al mercado laboral tardíamente, su participación es mayor en la medida que alcanzan más alto nivel educacional. Las y los trabajadores con menor escolaridad ganan menos, pero en las mujeres la diferencia es mayor; la brecha salarial entre varones y mujeres es mayor en las menos escolarizadas y disminuye en las más educadas.

Entre 2003 y 2013 aumentó la participación de las mujeres en el mercado laboral en el país, pero la brecha salarial se mantuvo, según el INDEC. En nuestro país, la escolaridad primaria es pareja entre niños y niñas, sin embargo la secundaria refleja más dificultades para las mujeres, especialmente las pobres que son madres en la adolescencia y abandonan la escolaridad sin poder recuperarla. La maternidad adolescente, el cuidado de sus familias porque sus madres trabajan fuera del hogar, y la violencia que suelen padecer en sus hogares, son factores que atentan contra la persistencia de las niñas en la escuela. Por eso las políticas educativas deben distinguir entre varones y mujeres para eliminar en cada sexo las principales causas del abandono escolar.

Mientras no se provean guarderías y jardines para los bebés y niños hijos de estas adolescentes, se mejore el acceso a vivienda e ingresos para las adolescentes más vulnerables, se perpetuará la desigualdad. La calidad de la educación es clave para asegurar la igualdad entre mujeres y varones. Por eso somos iguales… pero no tanto. Un país sin esa perspectiva de género en sus políticas educativas, como es Argentina, verá seriamente afectada su economía y la calidad de vida de su gente.

*Presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer

Mi papá me dijo que iba a tener que estudiar más

Trabajé en varias industrias, algunas con mayor número de mujeres, pero en General Motors (GM) me encontré con más hombres.

Siempre tuve la preocupación de entender cómo presentar mis puntos de vista y aprendí a hacerme respetar por mi conocimiento y postura.

Creo que la mayor dificultad que tiene una mujer, independiente de la empresa en la que trabaja, es cuando enfrenta la maternidad. Algunas mujeres quieren tener hijos y no necesariamente depende de una saber cuándo va a quedar embarazada o cuántos días de licencia va a necesitar. Los hombres sienten una ansiedad muy grande cuando tienen una colaboradora mujer en edad para quedar embarazada.

Mis dos embarazos fueron mientras trabajaba en GM. En cada uno fue un desafío resolver cómo comunicárselo a mi jefe y cómo balancear la vida materna y profesional, aunque siempre me sentí protegida por la empresa.

En general, a nivel global las mujeres se preparan más. Más mujeres ingresan a las escuelas, más mujeres se reciben y tengo la impresión de que nos gusta estudiar más que a los hombres.

Hoy la mujer está más abierta a estudiar temas que antes eran predominantemente elegidos por los hombres. En mi caso, desde chica mi papá me dijo que yo iba a tener que estudiar más que mis hermanos por ser mujer. Él veía que sería más difícil para mí que para mis hermanos enfrentar el mundo laboral. Siempre que puedo estoy haciendo algún curso: tengo la sensación de que no me da el tiempo para aprender todo lo que quisiera.

Hay que redistribuir las tareas domésticas

En la Argentina, en promedio las mujeres han superado el nivel educativo de los hombres. Pero al igual que lo que sucede en los demás países con paridad de género en la escuela, la desigualdad continúa atrapando a las mujeres en el mercado de trabajo: ellas se insertan menos laboralmente, lo hacen en puestos de menor calidad y, por ende, obtienen menores ingresos por sus trabajos.

Las mujeres con mayores niveles educativos tienen mayores oportunidades de acceder al mercado de trabajo, pese a lo cual su mayor formación no basta a veces para lograr el ascenso laboral acorde a las calificaciones obtenidas. Todavía existen limitaciones y barreras para ellas que provienen de la concepción histórica y cultural del rol de las mujeres como “amas de casa” y los varones como “proveedores del hogar”.

Entre las principales limitaciones para que las mujeres se beneficien de los réditos de la educación, se pueden mencionar tres: 1) ellas aún no se inclinan por las carreras técnicas, que son las que tienen mayores probabilidades de una mejor remuneración; 2) la educación constituye un requisito para la inserción laboral de las mujeres y no sólo una ventaja competitiva para su crecimiento profesional como sucede en el caso de los hombres; y 3) las mujeres sufren desventajas por su maternidad en el ámbito educativo y laboral.

En el mercado de trabajo, las mujeres están en desventaja porque la organización familiar y social sigue sustentada en el modelo de “mujer ama de casa” y “hombre proveedor de ingresos”. En efecto, si bien hoy las mujeres comparten con los hombres el tiempo de trabajo remunerado, no se ha generado un proceso de cambio similar en la redistribución de la carga de las tareas domésticas al interior de los hogares. Ellas siempre son las responsables finales de esas labores, sean amas de casa o trabajen percibiendo un salario.

Se debe reelaborar el contenido de lo doméstico, señalando su importancia para que la sociedad funcione, para concientizar y movilizar a los hombres y a la sociedad en la corresponsabilidad de las obligaciones familiares. Se puede comenzar adaptando la normativa laboral para propiciar la asunción compartida de las responsabilidades del cuidado entre las madres y los padres que participan en el mercado de trabajo: se deben regular las licencias parentales, las licencias remuneradas por motivos de responsabilidades familiares y las guarderías en el lugar de trabajo, sin importar el sexo de los trabajadores.

*Coordinadora del Observatorio de la Maternidad

www.clarin.com  27/02/14

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