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El Programa UBA XXII fue creado en 1985 y ya cuenta con más de 500 graduados

En este mes, la Universidad de Buenos Aires (UBA) cumple 30 años enseñando en cárceles argentinas. El Programa UBA XXII fue creado en 1985 con el objetivo de llevar la educación universitaria a los contextos de encierro.

Desde entonces, unos 3000 presos pasaron por este programa y más de 500 se graduaron de alguna de las carreras que se ofrecen en diferentes cárceles federales.

El núcleo del programa funciona en el Centro Universitario Devoto (CUD), un anexo de la UBA en la ex Unidad 2 de Villa Devoto, pero también tiene presencia en la Unidad 3 y la 31 de Ezeiza y en el penal de Marcos Paz.

Los presos pueden estudiar las carreras de Contador Público, Derecho, Letras, Psicología, Sociología. También hay talleres y actividades educativas complementarias.

La importancia de la educación en prisión

Un estudio realizado por la Facultad de Derecho de la UBA y la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN) reveló que de los 132 egresados que tenía el Programa en 2013, un 84 % "no volvió a ser encontrado culpable de cometer nuevos hechos ilícitos". Es decir que, según destaca el informe, "8 de cada 10 graduados del Programa no han vuelto a ser condenados".

Un aspecto que se destaca en este informe son los obstáculos temporales que suelen dificultar que los presos accedan al estudio. "En la mayoría de los casos, quien intente completar sus estudios deberá enfrentarse a la decisión entre trabajar o estudiar" dice el informe y explica que muchos horarios se superponen y están atados a la agenda penitenciaria.

En cuanto al espacio, explican que "la irrupción de la Universidad de Buenos Aires rompió con la lógica espacial de la cárcel, al abrir instancias colectivas de intercambio".

"En un contexto donde los derechos más elementales se ven vulnerados, la palabra funciona como eje para la construcción de la autonomía", resaltan.
Cómo funciona el sistema educativo en la cárcel

Según el informe del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (Sneep, 2014), publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, el 48% de los presos de todo el país (unos 32.900) no participa de ningún programa educativo dentro de las cárceles. En los penales que dependen del Servicio Penitenciario Federal, ese porcentaje es de apenas el 14% (unos 1300 presos).

Un 17% de los presos cursa estudios correspondientes al EGB, mientras que un 15% cursa el nivel correspondiente al Polimodal. En tanto apenas unos 1139 presos (1,6%) cursan carreras universitarias o terciarias.

En tanto, un 68,64% de los presos ingresaron a la cárcel con el nivel educativo primario completo. Un 23 % tenía el secundario completo al momento de ser detenido. En tanto sólo un 1,9% había cursado el ciclo terciario o universitario.

La convivencia con la lógica penitenciaria

En una entrevista con LA NACION, Leandro Halperin, actual Secretario de Hacienda del CBC y ex Director del Programa UBA XXII, explicó cuáles son las principales dificultades de educar en contexto de encierro y qué cosas faltan para que el sistema educativo en prisión funcione mejor.

La legislación

La educación para todas las personas es uno de los principios que establece la Constitución Nacional, pero también existe una normativa específica para los contextos de encierro. Se trata de la llamada Ley de Estímulo Educativo, que fue sancionada en 2011. Tal como explica el informe de la Facultad de Derecho y la PPN, esta normativa establece un mecanismo de estímulo educativo, que "consiste fundamentalmente en la reducción de distintos periodos de tiempo, hasta un máximo acumulativo de veinte meses, siempre que el interno complete en forma total o parcial estudios en los diferentes posibles niveles educativos, así como trayectos de formación profesional o equivalentes, para avanzar a través de las distintas fases y períodos de la progresividad del sistema penitenciario".

 



Una Biblioteca donada por Sábato. "La primera Biblioteca donada que recibió el Centro Universitario Devoto (CUD) fue gracias a la generosidad de (Ernesto) Sábato", recuerda Marta Laferriere, creadora y actual Coordinadora Académica del Programa UBA XXII. El reconocido escritor había escuchado un reportaje a la Licenciada en un programa radial y se mostró interesado por conocer la obra que se estaba llevando a cabo y colaborar con una remesa de libros.

Inmediatamente, se puso en contacto con ella y acordaron un encuentro en la casa del escritor, en Santos Lugares."Quiero ir a ese lugar, pero no le prometo nada. Ya estoy muy mayor y no salgo mucho, pero desde ya le voy a hacer una selección de libros que tendrán un mejor destino ahí", ofreció Sábato. Una vez finalizadas las obras, Laferriere lo invitó a la inauguración. "Sí, sí, yo voy a ir, pero antes ¿por qué no vienen a buscar los libros y ya los tienen ahí para cuando yo vaya?", respondió. Y así fue. La Biblioteca llegó a albergar 5 mil ejemplares y continúa creciendo, gracias a las colaboraciones. Fuente: prensa UBA

Sol Amaya

www.lanacion.com.ar  15/10/15