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Esto sucede en las escuelas secundarias. Pero el problema empieza en el Jardín.

Es la conclusión tan temida de una escalada de desigualdades socioeconómicas, que comienzan en el nivel inicial de la educación y terminan de decantar en los primeros años de la escuela secundaria, según el tipo de gestión: mientras la deserción de los que estudian en escuelas públicas alcanza al 10,51%, en las privadas es de sólo el 2,23%, indica un reciente trabajo de la Fundación Cimientos en base a datos oficiales.

En la Argentina, concurren a la escuela primaria 4,6 millones de alumnos: 3,5 millones van colegios del Estado y 1,13 millón asiste a establecimientos privados. En la secundaria, 2,5 millones van a colegios públicos y 1,5 millón a instituciones pagas. Las provincias con mayor proporción de la matrícula en el sector privado son la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.

Pero si bien la deserción es el mal mayor, la historia empieza bastante antes, cuando la serpiente todavía está en su huevo. Las desigualdades socieconómicas en el rendimiento escolar de los alumnos más pequeños se manifiestan básicamente en dos aspectos: una menor concurrencia al jardín de infantes y el hecho de pertenecer a una familia de bajos recursos.

En Río Negro, el Ministerio de Educación local midió el fenómeno de los repitentes de primer grado. Allí, en 2011, no pasaron a segundo grado 540 chicos de un total de 9.300. Y descubrieron que el 40% de los que no lograron el objetivo no había asistido al preescolar, y que sólo el 13% había hecho la sala de 4 años.

Según el informe “Educación inicial y desarrollo de la primera infancia”, difundido este año proel Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, sólo el 66,5% de los chicos que viven en zonas urbanas de todo el país fueron a salas de 3 y 4 años en 2011. A la sala de 5, en cambio, concurrió el 97,9%.

En la mayoría de las provincias argentinas sólo la sala de 5 años es obligatoria, tal como lo establece la Ley Nacional de Educación sancionada en 2006. Pero la norma promueve la universalización de la sala de 4 años. Esto quiere decir que el Estado debe ofrecer las vacantes y los recursos para recibir a esos chicos, aunque el hecho de que efectivamente concurran depende de la voluntad y las posibilidades de sus padres. En la práctica, esa universalización se da sólo en los distritos más ricos del país.

“En el caso de los niños y niñas de entre 3 y 4 años, la propensión a la escolarización se incrementa a medida que mejoran las condiciones del espacio socioresidencial y en los hogares in necesidades básicas insatisfechas”, explica Ianina Tuñón, coordinadora del trabajo elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA).

Otra cara de la misma moneda: los chicos más pequeños aumentan sus probabilidades de inclusión educativa cuando la edad de su madre supera los 24 años, y a medida que aumenta su nivel educativo. Si se dividiera la sociedad en cuatro niveles socioeconómicos, en el 25% más bajo sólo el 93% de los chicos de 5 años va al jardín de infantes, pese a que es obligatorio, contra el 99,9% del 25% superior. En las salas de 3 y 4 años, esa relación ya se distorsiona: es del 50 contra el 80% respectivamente.

www.clarin.com 26/06/12