El autor sostiene que el cuidado de los hijos está "desprestigiado", y afirma que es necesario ampliar los subsidios familiares para que los padres puedan estar más presentes en el desarrollo de los chicos durante sus primeros años de vida.

El nivel educativo que más creció en los últimos 20 años es el nivel inicial, que abarca jardines maternales y jardines de infantes. Se suele dar como causa del aumento de esta demanda, la necesidad de los padres de que alguien cuide a sus hijos cuando ellos trabajan, ya que no siempre pueden contar con abuelos y tías. Contratar una “chica que cuida”, desconociendo su equilibrio emocional y capacidad para esa función, es muy riesgoso. Entonces optan por el jardín, argumentando que sus hijos podrán socializar con otros niños, jugar, estar en un lugar seguro.

El desarrollo físico, psicológico y social de un niño depende de la crianza en sus tres primeros años y de la calidad de los vínculos afectivos, los que a su vez estimulan el desarrollo de su cerebro. Esto es función principal de los padres. Estos han tenido poco estímulo para desarrollar actitudes maternas y paternas. Han escuchado que la maternidad arruina el cuerpo, que la lactancia materna esclaviza, que cuidar a los hijos posterga y perjudica carreras laborales, profesionales y vida social.

Se les habló muy poco de las satisfacciones que aporta la crianza, y cómo descubrir la función más importante y gratificante que se puede desarrollar en la vida: ser padres y madres.

Hay dos cuestiones muy preocupantes para el futuro de la niñez. Una es que la evidencia y las comprobaciones científicas indican que cuanto antes se retiran los cuidados maternales antes comenzarán los problemas en los niños. La otra, cómo proyectar soluciones que ayuden a los padres a conciliar el trabajo con las funciones paternas.

En este sentido, está demostrado que ampliar los subsidios a las familias para criar a los niños en la casa, durante el mayor tiempo posible, siempre resultará más saludable y barato.

Los países con mejor evaluación de sus sistemas educativos no escolarizan a los niños antes de los tres años. Los pediatras saben muy bien que los niños que ingresan prematuramente a los jardines enferman con más facilidad. No se puede desconocer lo que significa la separación afectiva a esa edad para niños y padres, sobre todo si son muchos días y horas. Es alarmante desconocer la proyección hacia la adolescencia que tiene el descuidar las funciones de madre y padre en ese período tan breve y trascendente.

En la actualidad faltan organizaciones preparadas para recibir a niños muy pequeños, de cero a dos años. Para esta función tan delicada se necesitan maestras especializadas, puericultoras y otros profesionales con excelente preparación.

Cuando hay necesidad, es importante la existencia de jardines que trabajen muy bien. Pero es impostergable trabajar con padres y docentes sobre cómo y cuándo se construyen las bases del crecimiento y felicidad de los niños, y asumir qué debe hacer cada uno.

POR JUAN ALBERTO PERAGALLO*

*Psicólogo institucional. Coordinador de la tecnicatura universitaria en Puericultura y Crianza de la Universidad Nacional de San Martín y Fundalam.

www.clarin.com  12/05/14

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