Asesoramiento y acompañamiento en la crianza y educación de los hijos.
Se brinda asesoramiento a los padres basadas en la crianza con apego y en la disciplina positiva.
Se asesora sobre los primeros aprendizajes otorgando una serie de pautas e informaciones respecto a los aspectos evolutivos, madurativos, sociales y espirituales que favorezcan el vínculo familiar y el desarrollo integral de los hijos.
Abordaje psicopedagógico integral del niño y su familia.
Se acompaña al niño desde el sufrimiento por sus dificultades de aprendizaje y se aborda la situación desde un enfoque holístico que tiene en cuenta su ser, su sentir y su hacer. Se trabaja desde el afecto y el vínculo con la familia y su vivencia en su trayectoria escolar.
La metodología de trabajo consiste en entrevistas con el niño, la familia y el niño junto a su familia.
Asesoramiento,formación e información sobre pedagogías alternativas.
Se brinda asesoramiento, información y formación acerca de las pedagogías alternativas.
Se brinda orientación y acompañamiento respecto a actividades que respeten el interés y el propio ritmo de aprendizaje de los niños basadas en las distintas propuestas que ofrecen las pedagogías alternativas.
El asesoramiento se brinda a familias y/o a grupos o instituciones...
Un baño relajante, juegos compartidos, a la cuna y a dormir. La fórmula parece infalible, pero es poco efectiva para muchos padres primerizos -y no tanto- que pasan noches de insomnio, con llantos de bebes que piden presencia paterna.
Las alteraciones del sueño de los chicos son tema de estudio, y por años tuvo su mayor expresión en el libro Duérmete, niño, de los españoles Eduard Estivill y Sylvia de Béjar. Una guía para "solucionar los problemas del sueño infantil", con seguidores y unos cuantos detractores. Con más de 150.000 ejemplares vendidos en la Argentina , da instrucciones precisas para que los chicos aprendan a dormir solos, sin ayuda. ¿De qué manera? Dejándolos llorar. Sólo así, dice, se modifican los hábitos incorrectos, que incluyen dificultad para iniciar el sueño, múltiples despertares nocturnos o un descanso superficial y breve.
Desde la vereda de enfrente, la escritora y terapeuta familiar Laura Gutman considera que el método funciona. Pero no por bueno, sino porque si un bebe pasa siete noches llorando desesperadamente, comprende que los adultos no van a acudir. "Pero eso no significa que no siga necesitando presencia materna. Esa necesidad la manifestará de otras maneras, aunque es posible que los adultos no seamos capaces de interpretar que a través de sus enfermedades, asmas, alergias o falta de vitalidad esté esperando la compañía que no pudo lograr por las noches."
Coincide Laura Krochik, especialista en lactancia y crianza, y coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza. "A los niños que se los deja llorar finalmente dejan de pedir, lo que refuerza la soledad, lo poco escuchados que son, y abre una grieta emocional difícil de reparar."
Para sostener el método, Estivill no habla de niños, sino de "pequeños guerreros" o grandes manipuladores, que piden mamadera, besos y upa para no irse a la cama solos. Pero atención: aconseja tomar distancia a la hora de dejarlos en la cuna para evitar las caricias y reemplazarlas por elementos externos que los acompañen durante la noche (ositos, chupete y, claro, su cuna). Y comenzar la batalla con un discurso breve, de no más de 30 segundos, para explicarle al niño que a partir de esa noche todo cambiará. Luego, un "buenas noches", apagar la luz y salir de la habitación, aunque el niño llore, grite, patalee y hasta vomite. "El llanto es su arma más efectiva", argumenta.
Pero no todos los chicos son iguales ni necesitan exactamente las mismas cosas. Lo dice Krochik: no hay un método, pero sí una manera de acompañarlos en el proceso de adquisición del sueño.
Para aplicar el Duérmete, niño, además de temple de acero es fundamental contar con un reloj. Porque los papás están habilitados para consolar a los bebes cuando lloran en sus cunas, pero siempre que transcurra un tiempo prudencial, y sin contacto físico. Se comienza por un minuto de espera, y se sigue con tres y cinco. Cuando pasan los días, los intervalos son mayores (al séptimo la espera es de 13 a 17 minutos).
"La manera en la que entiendo el proceso difiere mucho de esa modalidad -opina la licenciada Marisa Russomando, directora del espacio La Cigüeña-. No se trata de dejar llorar o no a los niños, se trata de un método que incluye el poder brindar a nuestros bebes el sentimiento de seguridad y confianza que todos necesitan para crecer saludablemente y que no se transmite dejándolo llorar, sino orientándolo hacia lo que como sus papás esperamos de él y dando tiempo a su adaptación, su aprendizaje."
Mamá observadora
Lejos de manuales y soluciones mágicas, en la actualidad los especialistas (pediatras, psicólogos, psicoanalistas, escritores) proponen más acercamiento y comprensión del bebe. Y no hace falta evaluar qué le pasa a la noche, sino analizar cómo es su actividad durante el día.
"Cada mamá tiene que ser consciente de su lugar de observadora y descubridora de los signos que le da su hijo", dice Josefina Saiz de Finzi, psicoanalista, especialista en observación de bebes e integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina, un método desarrollado en Inglaterra por la psicoanalista polaca Esther Bick.
Los recién nacidos tienen un mundo más allá de la comida y del sueño. "No podemos mirarlo sin mirar el estado emocional de la mamá. El bebe de alguna manera estará como ella. Limitarnos a pensar que si come bien, está limpio y es sano debería dormir una determinada cantidad de horas es una falacia", dice Krochik. Concentrarse en el recién nacido, ver cómo y por qué ríe y llora, detenerse en sus gestos... Después sí, escuchar los consejos y leer las guías prácticas.
Una alternativa es el libro El pícaro sueño, de la pediatra y psicóloga Marisa Gandsas. Primero, y fundamental, los papás deben estar seguros de la manera de enseñar las rutinas, que es lo que percibirá el niño al acostarse. Luego, bajar la intensidad de las actividades con el baño y juegos tranquilos.
Recomienda un intercambio entre el padre o la madre y el bebe. Darle la mamadera o el pecho con luz tenue, acostarlo semidespierto en su cuna, sumar caricias, canciones y, si llora, levantarlo y tranquilizarlo. "Que un bebe duerma bien es un proceso, y es posible. Tiene que haber una continuidad en la acción, debe ser gradual", expresa Gandsas.
Todo cambia según la edad del bebe. Las rutinas se incluyen a los 6 meses, según Russomando. Esto incluye disminuir el ritmo de la casa, diferenciando el día de la noche, un masaje o baño y asegurarse de que el bebe esté limpio, comido y cómodo. Además, acostarlo con su juguete de cariño, bajar la luz y saludarlo con un hasta mañana. ¿Y si llora? "No hay que acudir rápidamente -sostiene-. Dejarlo por períodos cortos, pero progresivos. No se trata de dejarlo llorar o no, sino de transmitir un orden, una rutina que lo beneficiará."
Pautas en común
Coincidencia o no con el Duérmete, niño, el buen dormir es un logro. Y actualmente hay más información sobre el tema, desde cómo influye el ritmo biológico hasta la importancia de las rutinas.
Ritmo biológico. Los recién nacidos tienen ciclos de tres horas (algunos más, otros menos). En ese tiempo comen y duermen, en un ritmo que se mantiene así hasta los tres meses. Después, los momentos de vigilia y sueño cambian, y aprenden a diferenciar el día y la noche. "El reloj biológico se obtiene como consecuencia de un proceso madurativo, por un lado, y de la inclusión de rutinas instrumentadas por los adultos. Hasta los tres meses duerme entre tres y cuatro horas, llegando a dormir en algunos casos hasta 16 horas diarias. Es esperable que entre los tres y seis meses duerma entre seis y ocho horas seguidas, despertándose sólo para ser alimentado", especifica Russomando.
El reloj biológico comienza a modificarse por determinados factores: los estímulos luminosos en contraposición con la oscuridad; los diferentes ruidos del día y de la noche, y las rutinas que marcan los distintos momentos del día. Por eso, Gandsas recomienda abrir las ventanas e iluminar los ambientes por la mañana y, durante el día, acostumbrar al niño a los ruidos de la casa. No al silencio absoluto.
Alimentación. El sueño de los lactantes es más superficial que el de los alimentados con mamaderas porque necesitan comer más seguido para evitar hipoglucemias. "La leche materna es de más fácil y rápida digestión, mientras que la leche de fórmula tiene mayor tenor graso, que le permite dormir profundamente y por más tiempo", dice Krochik. ¿La recomendación? Cuando se les da de mamar, no acostar a los bebes dormidos, pero sí cuando entran en estado de ensoñación.
Beneficios. El sueño tiene una función regenerativa, porque mientras el niño duerme segrega la mayor parte de la hormona del crecimiento, denominada somatotropina o somatotropa. "La necesidad de dormir es biológica: el sueño tiene el fin de procurar un descanso al organismo y regenerar energías gastadas", aporta Gandsas.
Rutinas. Algunos planean largas caminatas con el cochecito; otros dejan al bebe frente al televisor hasta que se duerma. Situaciones contradictorias, que alejan a los niños del buen dormir. En cambio, leer un cuento, preparar un baño relajante, retomar alguna canción de cuna o compartir un juego tranquilo en su habitación. Además, acostarlo en su cuna con su objeto de apego o transición, saludarlo y explicarle que es momento de dormir.
"Muchas veces las rutinas están desdibujadas -agrega Krochik-. Los padres ofrecen horarios muy diferentes cada día para las actividades diarias como el baño, la cena, el juego, la hora de dormir. Ser claros con los niños en el ritual alrededor del sueño, el cuento, las caricias, la palabra, la canción o lo que cada uno arme con su niño con amor y de común acuerdo hará que la hora del descanso sea un momento placentero al que los chicos se entregan con confianza y placer." Las rutinas organizan y dan seguridad. Y si se presta atención, los niños las piden y reclaman con sus llamados de atención.
Siesta. La falta de una o dos siestas afecta el sueño nocturno. Cuando cambian las pautas, eso se trasluce a la noche. Como dice Gandsas, el sueño tiene que ver con todo lo que le pasa al niño durante el día, y la siesta también es importante. ¿Dónde? No en el sillón ni en el cochecito, sino en la cuna, y con pijama.
Receta infalible para unos, práctica cruel para otros, el método Duérmete, niño abrió una puerta en la búsqueda del buen dormir. De padres y chicos. Un camino que en la actualidad se puede transitar con más datos, otros métodos, asesoramiento profesional y, claro, el instinto maternal. Y si es con menos lágrimas, mejor.
BUENAS NOCHES
Para la española Rafaela López no fue fácil encontrar un método para ayudar a dormir a su hijo, de seis meses. Buscó, probó (y desestimó) el método Estivill hasta que encontró el libro Felices sueños, reeditado como Sueño del bebé sin lágrimas, de Elizabeth Pantley. "Puse en marcha el plan que detallaba en el libro y al poco tiempo había logrado conocer y comunicarme con mi bebe, y, por supuesto, mejoraron las noches. En nuestro caso sólo necesitábamos seguridad y un poco de rutina", dice a LNR.
Tan buena fue la experiencia que decidió abrir el sitio www.dormirsinllorar.com , un espacio virtual con guías y un método de observación para que los padres conozcan a sus bebes y determinen qué pueden mejorar para favorecer el sueño. Algunos consejos: elaborar una agenda o diario del sueño y observar al bebe durante diez días. En el foro se registraron 9400 padres y, según sus estadísticas, cada día reciben unas 5000 visitas. El éxito de las experiencias compartidas.
EN INTERNET
blogs.lanacion.com.ar/cosa-de-chicos
www.lanacion.com.ar 10/10/10
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