Una escena normal. Un clisé. Un lugar común. Basta que se crucen dos docentes, para que las anécdotas sobrevuelen el ambiente: “Ahora es más difícil”, “Antes había más respeto”, “Ahora no te escuchan”, “Antes no se nos cuestionaba” .

Clarín juntó a cuatro maestros para que analicen la profesión al calor de los cambios: dos de ellos con más de 30 años de trayectoria, y los otros dos en sus primeras batallas.

Los entrevistados coincidieron en que antes había más respeto por los docentes . Los alumnos y sus padres valoraban la palabra del maestro tanto como la de un médico, un abogado o un arquitecto.

Según Valentín Surif , docente de inglés de 70 años recién jubilado, eso se puede apreciar en ciertos “ritos” que hoy no se practican más, como cuando “ llegaba el profesor y todos se paraban ” o cuando “se trataba de usted al maestro”.

Así lo percibe también Beatriz Cupani , una maestra de 69 años, con 50 de experiencia: “Hoy en día veo que las familias y sus hijos piensan que la maestra es una loca. En mi época, lo que decía era sagrado para los chicos , porque desde sus casas se les enseñaba a valorarnos. Yo me acuerdo de todos y cada uno de mis maestros de primaria”.

Hablando de recuerdos, Beatriz –que se jubiló hace dos años– cuenta: “En una ocasión, yo estaba cuidando a los chicos en un recreo, donde se mezclan alumnos de todos los grados. En un momento le llamé la atención a uno que no era de mi curso, lo que provocó su enojo y me dijo: ¿Y vos quién sos?, no me podés retar ”.

Otro cambio fundamental que ven los docentes es que hoy se ven obligados a competir con la tecnología . Y aunque intenten aprovecharla, no siempre es fácil el camino.“Yo veo a colegas míos que agregan a Facebook a sus alumnos y les hablan como si fuesen compañeros. Muchos profesores piensan que poniéndose al mismo nivel que los chicos –tal como lo hacen muchos padres– van a obtener mejores resultados, pero no es así”, asegura Gabriela Ramallo , que tiene 24 años y es profesora de inglés en el Colegio del Arce.

Para Leila Salomón , maestra de 23 años en el colegio Beth, “hoy en día, la mayoría de los niños se quedan solos o a cargo de terceros en sus casas y les dedican muchas horas de su vida al televisor y a la pantalla de la computadora ”.

Las consecuencias, asegura, son nefastas: “En un espacio dondenadie marca los límites , los chicos se crían con la certeza de que pueden solos e incluso manejan ciertos contenidos que los adultos no. Este sentimiento de aislamiento se traslada al colegio, donde los chicos sienten que pueden prescindir también de los maestros y cada vez les tienen menos respeto”.

Cuando los adultos y las instituciones dejan vacante ese rol de referentes, el hueco es ocupado por otros agentes: “La familia es el primer modelo formador del chico, pero el segundo modelo, antes representado por los profesores y el colegio, lo ocupa la televisión”, agrega Leila.

Los padres son un tema aparte. Frente a las bajas calificaciones de sus hijos, los adultos tienden a dudar del trabajo de los docentes, en lugar de llamarles la atención a los chicos y ayudarlos a encontrar las fallas en su proceso de aprendizaje. Beatriz opina que hay un cuestionamiento permanente al docente. “Si los chicos llegaban con malas notas a sus casas, los padres les exigían más a ellos, no al maestro. Hoy en día te avasallan constantemente y entran al colegio como si estuviesen en su casa”, asegura.

Leila asiente, y añade que hoy los chicos están más solos . Esto suele obligar a los profesores a adaptar otro rol, además del de educadores. Muchas veces, ellos ocupan el lugar de los padres ausentes, y se acercan más a los chicos, les preguntan por sus problemas y les hacen compañía. Para Gabriela, “ hay una relación más estrecha entre el alumno y el docente . Cuando un chico tiene un problema personal, acude a su maestro para ser contenido. Esto me parece bien, pero se fue al otro extremo: no me parece adecuado que un alumno hable con su profesor acerca de sus salidas nocturnas y de sus novias. Un punto medio sería lo ideal”.

Ante este panorama, los docentes no se desaniman y desean un futuro mejor para su profesión . Valentín, esperanzado, dice que “los profesores están constantemente actualizados ante los avances de la tecnología.
Los colegios están más profesionalizados : ya no contratan a jóvenes sin título, como en mi época. Día a día, las escuelas están en búsqueda de la excelencia”. El avance de los tiempos así lo impone.

INFORME: Pablo Riggio

www.clarin.com 26/02/12

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