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Sólo el 11% de los que comienzan una carrera en una universidad nacional se reciben y más de la mitad deserta durante el primer año.

Para la licenciada Claudia Messing, psicóloga y socióloga (UBA), directora de la Escuela de Posgrado en Orientación Vocacional Ocupacional y Asesoramiento Familiar, esta problemática está relacionada con los nuevos modelos de autoridad en la familia, y cómo repercuten en la posibilidad de adolescentes y jóvenes de organizar proyectos vocacionales consistentes y de concluir sus estudios.

"Trabajamos sobre una muestra de 158 consultantes de 17 a 29 años que se acercaron por problemáticas ligadas con la orientación vocacional y las dificultades para elegir, continuar o finalizar una carrera -explica Messing-. En el 60% de los casos existía un modelo de autoridad simétrico, que hemos denominado enfrentamiento de igual a igual : allí no aparecen marcadas las diferencias entre hijos y padres y falta la puesta de límites. En el 27% de las familias, eran los hijos quienes ejercían autoridad sobre los padres y sólo en el 13% de los casos los hijos reconocían y aceptaban la autoridad (no el autoritarismo) paternos."

Los resultados obtenidos son claros: de las 158 consultas vocacionales, un 15% había podido organizar proyectos ocupacionales o de estudio exitosos, resolviendo los problemas vocacionales tradicionales como la indecisión entre una u otra carrera o la necesidad de liberarse de un mandato familiar respecto de alguna disciplina especial.

"El 85% restante, enfrentaba problemáticas hasta hace unos años poco conocidas en el terreno de la orientación vocacional -aclara-. Una sintomatología nueva que requiere un abordaje más profundo, que incluya el aspecto vincular familiar."

Messing explica que esta nueva sintomatología vocacional está representada por la fragilidad y la falta de consistencia en los intereses, la apatía y la desmotivación, las conductas fóbicas ante el aprendizaje, las dificultades para aprender (independientemente del nivel intelectual), el abandono de los estudios, la sobreexigencia interna, el temor ante el mundo exterior, la desvalorización de los propios intereses, la desconexión emocional y la desubicación frente a la realidad.

"Cuando los intereses de los adolescentes son débiles, las dificultades económicas de la familia o la abundante oferta de carreras pueden distraerlo aún más -aclara-. Pero si el chico sabe lo que busca, esos problemas pasan a un segundo lugar."

Límites ambiguos, padres que no saben imponerse por miedo a ser autoritarios, o que están demasiado concentrados en sus problemas... "Un padre que tiene dificultades laborales o económicas y está desmotivado seguramente tiene más dificultades para poner límites -dice-. Muchas veces son padres que no confrontan sanamente. En otras, el vínculo de igual a igual que establecen con ellos no incita a que sus hijos se esfuercen porque no tienen límites. Y allí se entra en un círculo vicioso en el que todo está mal. La situación externa no se puede modificar, pero sí la familiar."

¿Cuándo preocuparse por la dificultad vocacional? "Cuando la ambigüedad se prolonga y se suceden cambios de carrera, sin definir intereses", responde Messing.

El problema, agrega, hay que buscarlo en la relación con los padres. "Los hijos pueden sentirse igual o superiores a ellos -afirma-. Las dificultades de aprendizaje ocurren porque cuando un hijo no acepta la autoridad y los límites paternos no tiene apoyos internos, que le permitan enfrentarse con el afuera. Desmotivado o rebelde, lo que pide a un padre un adolescente que no puede concretar su proyecto vocacional es: cuidame, haceme sentir que estás y que podés conmigo, que no estoy solo en el mundo" .

La problemática planteada, claro está, tiene solución. "Para resolver el problema vocacional o la dificultad de concentración, aprobar los exámenes o terminar una carrera, es necesario ayudar a los hijos a reubicarse como hijos -dice Messing-. El vínculo y la posibilidad de diferenciación se recuperan a través del respeto en la comunicación. No sirven las largas explicaciones, ni recomendaciones, ni exhortaciones acerca de lo que se debe hacer. Los padres deben aprender a intervenir en equipo y en presencia de los hijos. Si los hijos no aceptan ser ayudados, los padres deben solicitar ellos la ayuda para revisar el vínculo."

Messing agrega que es frecuente que los jóvenes expresen que quieren estudiar o trabajar "pero sin hacer un esfuerzo para alcanzar el objetivo. Esta apatía y falta de esfuerzo es un clásico de la sociedad actual. Hay chicos muy brillantes que no pueden incorporar conocimiento porque no se ponen en situación de aprendizaje. No aceptan ser ayudados, creen que saben todo y en verdad no pueden nada, porque desconocen la necesidad de ayuda de todo ser humano. El ser humano más adulto y más maduro, en realidad, es quien reconoce la necesidad que tiene de los demás".

Llamado de atención

Cuando un joven está muy apático y desconectado y parece que nada le interesa.

Ninguna carrera le viene bien, a todas les "falta algo".

Ya realizó intentos fallidos por varias carreras y no encuentra su verdadera vocación.

Confronta fuertemente con los padres, pero no logra ser contenido.

www.lanacion.com.ar 13/09/03