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"Siempre me imaginé trabajando para una empresa multinacional reconocida. Me interesa el desafío de hacer carrera en una gran organización, progresando a medida que se van logrando diferentes objetivos", dice Lucas Hähner, de 19 años, estudiante de Administración de Empresas en la UBA y flamante empleado administrativo en Scania.

"Imagino mi futuro laboral en la informática, siendo mi propio jefe y con una empresa propia", cuenta Juan Manuel Crudo, de 19, que con su socio -Alejandro Peña, de 20- da los primeros pasos de PCgo, que ensambla computadoras a la medida de los pedidos del cliente.

Lucas, Juan Manuel y Alejandro son exponentes de la denominada generación Z (nacidos entre 1995 y 2005), cuyos integrantes mayores, de 19 y 20 años, llegan al mundo laboral y son la vanguardia de un grupo que los especialistas en gestión del talento ya empiezan a estudiar.

Aunque recién llegados, están dando que hablar: sus hermanos mayores, los Y, fueron calificados de egocéntricos y poco comprometidos; ellos, de ansiosos y contradictorios.

"La generación Z tiene características psicosociales específicas", dice Esteban Marioli, investigador de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).

"Las características psicosociales específicas los diferencian de los de las generaciones previas, aunque también existen continuidades con la generación Y, su predecesora. Son estrictamente nativos digitales y la tecnología está presente en sus vidas desde el mismo nacimiento. Son ansiosos, esperan respuestas cada vez más rápidas en todos los ámbitos. Son curiosos e indagan todo en Internet, por lo que no siempre manejan información precisa", los describe Maioli, investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la UADE, que acaba de terminar un estudio específico sobre este grupo.

En ese trabajo, el 74% de los encuestados privilegia ser su propio jefe y llevar adelante su propio proyecto, el cual vinculan fuertemente con el desarrollo de una profesión adquirida en la formación universitaria. Logran establecer vinculaciones entre el desarrollo de su profesión universitaria y la concreción de ese proyecto, dado que al momento de elegir su carrera lo hacen imaginando el desarrollo profesional de carácter más autónomo. "Quiero recibirme de ingeniero, ver si hago experiencia en una empresa de tecnología y luego me lanzo con mi propio emprendimiento. Por ahora, empezamos siendo nuestros propios jefes y nos va bien", dice Alejandro, de PCgo. Él y su socio estudian Ingeniería Informática en la UBA.

"La frase «nacieron con un chip en la cabeza» que muchos dicen al ver a chicos pequeños manejando los iPads o teléfonos es simplemente lo natural para ellos. Esto dispara en esta generación una inteligencia práctica y una agilidad mental que probablemente no se hayan visto en otras generaciones. Ahora bien, trae algunas consecuencias a nivel de la educación de esta generación todavía joven. Al ser extremadamente sensoriales, la lectura es un tema que los docentes van a sufrir. Leen cruzado, prefieren los cuadros y se entretienen con presentaciones interactivas. Aprenden colaborativamente mejor que la educación formal y tradicional. Son más afectos al trabajo en equipo que otras generaciones. La educación, en definitiva, tiene que estar acompañada por diversión y los sentidos para que puedan aprender", enumeró Andrés Hatum, director del Centro de Investigación Grupo RHUO de IAE Business School.

Pero, como sus predecesoras, esta generación no está exenta de contradicciones. "Al consultarles a los encuestados cuánto tiempo de dedicación estarían dispuestos a darle al empleo, señalaron sorprendentemente que estarían dispuestos a trabajar de lunes a viernes. Es decir, la imagen del trabajador en relación de dependencia aún persiste, incluso entre aquellos que privilegian el trabajo a partir de proyectos o emprendimientos propios.

Los encuestados entienden que el trabajo es una actividad importante en parte porque les permite obtener réditos económicos (51% de los encuestados) o porque les da independencia (34% de los encuestados). Se advierte de este modo una concepción del trabajo de carácter instrumental: es la actividad que les permite a los miembros de esta generación obtener recursos para desarrollar otros intereses; el empleo no es considerado un fin en sí mismo, sino más bien un medio para dar cuenta de la satisfacción de otros intereses", sostiene Maioli.

El 34% de los encuestados por UADE elegiría un empleo por el incentivo económico que le proponga. Otra porción menor privilegiaría la vinculación entre formación profesional universitaria y la ocupación: es decir, no aceptan que su trabajo cotidiano no se vincule con lo estudiado en la universidad, de modo contrario a las generaciones previas, donde esta situación podría ser más usual. La investigación se realizó en agosto y noviembre de 2013, incluyó 400 casos y abarcó estudiantes de escuelas medias porteñas, públicas y privadas, de entre 12 y 17 años.

"Los miembros de la generación Z privilegian el trabajo flexible, se señala que tienen posiciones más narcisistas y que pretenden aprender nuevas habilidades en el trabajo. Les interesa aprender e incorporar nuevas competencias. Las tareas repetitivas les resultan aburridas y se orientan al cambio incluso dentro de la organización, de modo tal que puedan aprender nuevas habilidades y cambiar de entorno. Son ambiciosos en el desarrollo de su carrera ocupacional", sostiene Maioli. Para Andrés Hatum, aunque aún es prematuro para preverlo, "el estilo de liderazgo de la generación Z va a permitir ver líderes colaborativos y el hecho de aprender, desaprender y renovarse va a ser algo habitual para permitir flexibilidad y agilidad para estar donde haga falta que estén".

"Creo que a esta edad muchos coincidimos, y me incluyo, en que la principal motivación a la hora de entrar en el ámbito laboral es la independencia que te permite manejar tu propio dinero, aunque admito que la curiosidad de poder poner en práctica todo lo que se va aprendiendo paralelamente en la facultad juega un rol importante también", afirmó Lucas Hähner, que trabaja en una filial de Scania en Don Torcuato. Y terminó de confirmar el perfil laboral de su generación que estableció la investigación de UADE.

EL SUEÑO DE NO TENER JEFES

Estudian, emprenden y no descartan tener que trabajar en relación de dependencia

Juan Manuel Crudo vive en San Isidro y Alejandro Peña, en Florida, ambos en la zona norte. Tienen 19 y 20 años, respectivamente, y estudian Ingeniería Informática en la UBA. Son socios en PCgo, un emprendimiento que ofrece el armado de computadoras a la medida del usuario. Coinciden en que quieren ser sus propios jefes, pero no descartan tener que trabajar en relación de dependencia -como parte del aprendizaje- siempre que sea en el ámbito informático. Son dos típicos exponentes de la generación Z.

www.lanacion.com.ar 18/08/14