Imprimir

Las citas virtuales volvieron a poner bajo la lupa los peligros de conocer a personas a través de las redes sociales y los riesgos que corren los adolescentes al usar sin restricciones estas nuevas tecnologías.

El caso que reavivó la polémica fue el de un joven de 26 años acusado de haber abusado sexualmente de una chica de 14, que conoció a través de Facebook.

"Freddy", como se lo conoció públicamente, despertó el interés de la menor con preguntas sobre su edad, sus costumbres y sus gustos. Después de chatear varias veces, fijaron un día y se encontraron personalmente. Enseguida él la invitó a su departamento y una vez en el lugar la violó.

Como "Freddy", sostienen los expertos, son muchos los perversos que atentan contra la intimidad de este sector y violan su privacidad tejiendo historias que atrapan por sí solas y confunden al que está del otro lado de la pantalla. Niños y adolescentes se muestran vulnerables y no logran advertir el engaño ni la gravedad que encierra la situación.

Entonces surge la duda de ¿cómo proteger a los hijos y evitar que se conviertan en nuevas víctimas? Los especialistas consultados insisten en la importancia de mantener un diálogo fluido y generar un control atenuado, sin entrometerse a tal punto de perder su confianza.

"Los padres deben estar al tanto para qué los chicos utilizan Internet. La mayoría desconoce cuáles son sus sitios web favoritos o a qué sala de chat o foro ingresa. Lo ideal es preguntarles con frecuencia cuáles son sus contactos, si los conoce a todos y sabe de dónde son, e ir actualizando estas charlas para reasegurarse que no están corriendo riesgos", afirmó a lanacion.com Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación y directora del programa Escuela y Medios, del Ministerio de Educación de la Nación.

En este "monitoreo", basado más en un acompañamiento que en una intromisión excesiva, la especialista sugirió que una medida efectiva, destinada a cuidar a los más chicos hasta la edad de 13 años, consiste en colocar la computadora en espacios de circulación colectiva y no en su habitación. Según explicó: "Cada vez que ponemos una tecnología, cualquiera sea, en la habitación, surgen dos problemas: se incrementan las horas de consumo y también se fomenta mayor soledad (prácticamente el niño no sale de la pieza) ".

Paralelamente, mencionaron, habrá que ir construyendo un código de uso familiar, respetado por todos sus integrantes. La recomendación apunta básicamente a consensuar reglas basadas en prohibiciones del estilo no ingresar a sitios racistas o pornográficos y no brindar datos personales a desconocidos.

En este aspecto, además, resulta de vital importancia que los chicos sepan cómo deben manejarse al subir fotos en Internet y publicarlas en sus perfiles de Facebook o como avatares en Twitter. "No hay demasiado problema con este aspecto, siempre y cuando las imágenes no revelen su intimidad o la de su familia", aseguró Morduchowicz.

Fabio Tarasow, magíster en Comunicación y Tecnología y coordinador del proyecto de Educación y Nuevas Tecnologías de Flacso, agregó que a los chicos les cuesta entender que al depositar na foto o un video en la Web la persona "pierde el control y se deshace de un material que pasa a ser automáticamente patrimonio de la humanidad".

Tarasow recomendó así los padres evalúen con sus hijos las consecuencias que esta práctica puede traer a largo plazo para que sean ellos mismos los que descubran la responsabilidad de subir indiscriminadamente contenidos a las redes sociales.

Por otro lado, la directora del programa Escuela y Medios puso especial énfasis en que los padres entiendan que en el imaginario de los niños y adolescentes ellos piensan que toda aquella persona que agregan se convierte automáticamente en su amigo, pese a ser virtual. "La web es como una plaza pública donde la persona se para y todo aquel que pase puede verla. Hay que insistir con esta idea, poner los datos personales que sean estrictamente necesarios para crear un perfil", subrayó.

Desde una concepción similar, el psicoanalista Harry Campos Cervera manifestó a este medio que en este tipo de prácticas, como en cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje, el diálogo entre padres e hijos se vuelve insustituible.

"La advertencia de estos peligros es mucho más importante y eficaz que pretender hacer un control externo o ponerles límites. La prohibición funda el deseo de la tentación", aseguró. "Los padres deben darles a los hijos los recursos para moverse e indicaciones generales respecto de la libertad que tienen a determinada edad", añadió.

Según Cervera, frente a estos casos resulta fundamental que los adultos se preocupen por entender las necesidades que tienen los chicos con las herramientas tecnológicas para no caer en una estricta vigilancia y poder cuidarlos en esa dirección.

"Que tengamos una herramienta moderna no implica desarrollar métodos diferentes a la hora de enseñar. El modo de transmitir indicaciones y aprender mecanismos de control es el mismo siempre", recordó.

En relación a esto último, Tarasow volvió a insistir en que la base del éxito en este acompañamiento se vincula con "saber recoger los aprendizajes reales del mundo y adaptarlos al mundo online".

www.lanacion.com.ar 25/08/10