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Laura Ann Petitto, profesora en la Universidad de Dartmouth, estudia los procesos de adquisición del lenguaje y trascendió por sus investigaciones sobre un chimpancé, a quien "adoptó" por varios años para enseñarle el lenguaje gestual que emplean muchas personas sordas.

Demostró fehacientemente que este primate, que llamó Nim Chimpsky -con evidente alusión a Noam Chomsky- no pudo adquirir un verdadero lenguaje, por más que compartiera, como sus congéneres, casi la totalidad del genoma humano. Recientemente el mismo Chomsky, con los psicólogos de Harvard, N. Hauser y T. Fitch, publicó un importante artículo llamado "La facultad del lenguaje: qué es, quién la tiene y cómo ha evolucionado" (Science, 2002, 289, 1569).

Los autores mostraron que la condición imprescindible para poseer un lenguaje reside en la propiedad de "recursividad", la capacidad de generar infinitud de frases. La música también comparte esta propiedad de generación ilimitada de sonidos. Ambas son propiedades exclusivas de la especie humana y dependen de la estructura del cerebro; en particular, la adquisición del lenguaje está ligada al desarrollo de una región llamada "planum temporale" (PT), en el lóbulo temporal.

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Las investigaciones recientes de Petitto abrieron un camino insospechado para comprender el fenómeno lingüístico, comenzando con el balbuceo de los bebes. Ha descubierto que la zona PT sirve tanto para procesar la palabra hablada como los gestos manuales ligados al lenguaje espontáneo de los bebes sordos, que "balbucean en silencio con sus manos".

Así se comprueba que el cerebro humano es extremadamente "plástico": una misma estructura nerviosa se activa en el lenguaje vocal y en el gestual. La adquisición del lenguaje no depende del desarrollo de los procesos sensoriales y motores de la audición y de la vocalización, sino de la capacidad de detectar y de generar esquemas lingüísticos generales compuestos de unidades elementales de sílabas y fonemas.

Estos hallazgos pueden tener derivaciones prácticas no sólo para la educación del niño sordo sino para el aprendizaje precoz de una segunda lengua.

Los estudios de Petitto sobre la adquisición del lenguaje por parte de niños bilingües sugieren también que no se debe temer ninguna confusión, retardo o interferencia entre dos lenguas que se adquieran precozmente. Es más, es recomendable aprenderlas simultáneamente pues la corteza cerebral procesa ambas lenguas con igual facilidad.

En definitiva, estas investigaciones de avanzada nos demuestran que, poco a poco, las ciencias de la educación y las neurociencias se están integrando en una nueva disciplina que llamamos neuroeducación.

Por Antonio M. Battro

www.lanacion.com.ar 09/11/03