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La resiliencia, o capacidad de renacer de las cenizas, es una cualidad valorada en empresas

"Resiliente, se busca." No falta mucho –si es que no ha sucedido ya y no lo sabemos– para que el requisito aparezca en cualquier aviso de búsqueda de personal. La palabra va ganando terreno en los ámbitos laborales. ¿Qué es la resiliencia? El término proviene de la ingeniería. Describe la posibilidad de un material para recuperar su forma original luego de haber sido sometido a presiones deformadoras. Trasladado a individuos de carne y hueso, alude a la capacidad que tienen algunas personas para superar situaciones difíciles y extremas y, más aún, hacer pie sobre ellas para renovarse con más fuerza, enfrentando una nueva vida de proyectos e integrándose de un modo equilibrado a la sociedad.

La detección de esta capacidad tiene origen en un estudio realizado por investigadores estadounidenses sobre la evolución de más de 500 niños nacidos y criados en una zona muy pobre de Hawaii durante 32 años. Se trataba de personas que sufrieron miseria, pésima relación con los padres, adicciones y abusos. Uno de cada tres de aquellos niños, hoy adultos, logró estructurarse moralmente y mantener una visión optimista sobre su futuro. En un principio, se atribuía esta invulnerabilidad a razones genéticas, pero el estudio dio lugar a pensarlo de otro modo.

 

Las características que definen a una persona resiliente son, entre otras, la autoconfianza, una visión clara de sus objetivos, ser metódico, la empatía con los demás, el buen humor y la proactividad. Una de las definiciones considera que la resiliencia consiste en sobreponerse a las dificultades y tener éxito a pesar de haber sido expuestos a situaciones de alto riesgo, mantener la competencia bajo presión y recuperarse de un trauma, ajustándose a los acontecimientos negativos de la vida.

Todos estos atributos tienen particular importancia cuando de cambios se trata y tanto la historia reciente como la contemporánea adolecen de situaciones más que movidas. La posibilidad de reciclarse, por lo tanto, se convierte en una virtud apetecida.

Con excesiva facilidad la resiliencia está trasladándose al lenguaje de las empresas. No es para menos. Los cambios vertiginosos del mercado, la tecnología, la sociedad y los individuos, en general, sorprenden y perturban el agitado camino de la supervivencia. Se corre el riesgo, tal vez, de trivializar el concepto, iniciando la búsqueda de un ejército de resilientes para que soporten los embates de circunstancias adversas, con posibilidades de recuperación inmediata y creativa.

Podrán surgir cursos sobre cómo ser resiliente de un día para el otro, ejercicios sencillos de resiliencia y otras oportunidades magníficas para que la gente se recicle rápidamente cuando las cosas andan muy mal. Ya está apareciendo el posible traslado de las codiciadas características individuales al total de la organización como un ideal por procurar.

Quizás ésta sea una mirada apocalíptica, prejuiciosamente basada en las olas que invadieron los ámbitos de la gestión. Alguna vez fueron las relaciones humanas, la calidad total, el trabajo en equipo, las competencias, etcétera. Lo más rescatable de las investigaciones, por ahora, es que muchos individuos desechables por sus antecedentes traumáticos pueden ser tan o más valiosos que los de pasado impecable.

Por Jorge Mosqueira

www.lanacion.com.ar 30/04/11