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Por Marisa Gahn

Trabajo seleccionado con motivo del Encuentro Virtual El proceso de enseñanza-aprendizaje en contextos de pobreza, realizado en el mes de noviembre y diciembre de 2011 dictado por Área Psicopedagógica

La pobreza es una realidad que afecta a muchas personas en nuestro país (y no sólo en él). Ha demostrado que las personas sufren, a causa de ella,ciertas limitaciones para insertarse en determinados ámbitos de la esfera social debido a lo que ésta demanda. No sólo eso, sino que los sujetos provenientes de contextos pobres han sufrido- y sufren- distintos tipos de discriminación por su status social, l que actúa a su vez como cierta etiqueta que los auto-segrega del resto.

 

No es ajeno a ello el campo educativo, por tal motivo y desde el enfoque del curso me detengo en el análisis del aprendizaje escolar en niños provenientes de contextos de pobreza, retomando algunos aportes del material e identificando mi postura como docente con respecto a tal situación.

Como sabemos, el proceso de construcción de subjetividades se va desarrollando a lo largo de la vida del sujeto y conforma esa aprehensión que se realiza desde el momento mismo de la concepción más todas las experiencias socializadoras que vaya llevando como miembro de diferentes grupos sociales lo cual le va posibilitando la creación de su propia identidad. Por lo tanto, las subjetividades son construcciones individuales que cada hombre realiza atravesado por un tiempo, un espacio y las diferentes significaciones que cada uno le otorga al mismo.

A lo largo del recorrido de mis prácticas como docente he podido observar estas construcciones de forma diferente entre niños con carencias material y simbólica y aquellos que no presentan dificultades de este tipo. Mi postura es adherente a la que  esboza P. Bourdieu: la escuela reproduce la ideología de la clase dominante y es en esa reproducción o pretensión de que así sea que vemos la imposición. Ahora, podemos adoptar esa postura  o bien intentar cambiarla, desde nuestro rol como educadores y no convertirnos en meros escolarizadores.

El problema radica en tratar de integrar (¿) al Otro al proyecto “civilizador de la escuela”. Deberíamos mirar ese concepto de integración desde ambas concepciones: yo integro al Otro o es el Otro quien me integra a mi? En esa “diversidad” que se plantea como eje de trabajo en el aula en los últimos años, hay más carga de tendencia excluyente que incluyente de los demás. Prefiero hablar de alteridad, esa necesidad de ponerme en el lugar del Otro, que se presenta a mi y sin el cual es imposible construir nuestra propia subjetividad. Qué hago yo sin el Otro no estaría allí?...

La etiquetas son varias en el ámbito educativo para los niños o escuelas de contextos pobres y es común escuchar en salas de profesores o en los pasillos de las mismas instituciones frases como: “Qué más se puede hacer con estos?”, “Yo trabajo este tema porque para otros no van a poder”, “Pedirle o exigirle más es pedirle peras al olmo”, etc. ; etiquetas que limitan el accionar docente ya que se descree de antemano de las posibilidades del Otro y que, además, genera representaciones negativas en el sujeto que aprende que, en la mayoría de los casos, influye en su relación con el saber, en ese “deseo” que necesitamos para lograr aprender. El Otro es Posibilidad, sujeto que se construye en interacción con los demás y de lo cual somos responsables como educadores, potenciadores de cualidades innatas. La construcción de subjetividades en cada uno de nosotros abre puerta a nuestra singularidad, con lo cual nos mostramos ante el mundo y con el cual intercambiamos significados.

Seguramente los niños de contextos menos favorecidos son los que presentan, en términos escolares; “problemas de aprendizaje” y tomando el concepto de María Inés Rosbaco, hasta hablamos de “desnutrido escolar”, haciendo referencia a estas  carencias que lo afectan. Si bien podríamos decir “los problemas de aprendizaje no existen” (según plantea Boggino), la escuela está acostumbrada a estigmatizar a los alumnos con carencias bajo este y otros rótulos y de esa manera terminar cumpliendo las profecías de autocumplimiento que proyecta sobre ellos.

Aprenden diferente los niños de contextos más pobres? Siempre tienen dificultad para aprehender las demandas específicas que genera la escuela? Es a ellos a quienes más afecta la selección de contenidos curriculares y su correspondiente metodología de enseñanza y evaluación? Pues ciertamente sí, por el  mecanismo hegemónico que subyace en las escuelas, las clases más pobres son aquellas que más “sufren” los vestigios de tal sistema. De todos modos, los niños presentan “resistencia” a tal imposición cultural y es ahí donde surge el conflicto entre aquellos aprendizajes que el niño trae desde su contexto y aquellos que se trata de inculcar en situación de aprendizaje escolar.

A lo cual reflexionamos luego de tanto aporte teórico de la siguiente manera: ¿qué podemos hacer desde nuestro espacio?, ¿cómo contribuimos para que tales niños aprendan de manera significativa los contenidos que le presentamos desde la escuela y le atribuyan  significado sin dejar de lado aquello que traen desde su cotidianeidad?

Entiendo al sujeto en términos de Sartre cuando afirma que vamos construyendo nuestra existencia en esa relación con el mundo y los Otros. De ahí, no existe ningún determinismo para el hombre o limitación sino más bien somos en esencia libres. Si partimos de esa concepción, podemos atribuir a nuestras prácticas pedagógicas sentido de creación, de posibilidades para el otro, de otorgarle identidad y libertad para su propia creación en función de sus deseos, anhelos, significados.

El Otro se me presenta como una realidad que, más allá de que yo quiera que exista, existe y nada hace que no sea así. Está en mi, educador, ser un Sócrates en este tiempo, ayudar a mi alumno a descubrir el conocimiento que tiene dentro, potenciarlo –no limitarlo-, motivarlo, valorar su mundo y sus significados, partir de el para que aquello nuevo que aprende en la escuela pueda tener relación y ser objeto de deseo del saber del niño.

Claro, la realidad es dura pero no imposible de ser cambiada. Los niños manifiestan resistencia cuando se trata de anular sus aprendizajes cotidianos e inculcar otros que quizás ellos lo vean lejanos y absurdos. Aprendamos de ello y resistamos la idea de la imposibilidad, pensemos al Otro como persona sin mirar su condición social como obstáculo de realización sino más bien como punto de partida para mejores y mayores aprendizajes...

No dejemos nunca de creer que la educación es un instrumento importante para la concientización y el cambio social, para la justicia y la igualdad social.

Por Marisa Gahn
DNI 30.582.021