Asesoramiento y acompañamiento en la crianza y educación de los hijos.
Se brinda asesoramiento a los padres basadas en la crianza con apego y en la disciplina positiva.
Se asesora sobre los primeros aprendizajes otorgando una serie de pautas e informaciones respecto a los aspectos evolutivos, madurativos, sociales y espirituales que favorezcan el vínculo familiar y el desarrollo integral de los hijos.
Abordaje psicopedagógico integral del niño y su familia.
Se acompaña al niño desde el sufrimiento por sus dificultades de aprendizaje y se aborda la situación desde un enfoque holístico que tiene en cuenta su ser, su sentir y su hacer. Se trabaja desde el afecto y el vínculo con la familia y su vivencia en su trayectoria escolar.
La metodología de trabajo consiste en entrevistas con el niño, la familia y el niño junto a su familia.
Asesoramiento,formación e información sobre pedagogías alternativas.
Se brinda asesoramiento, información y formación acerca de las pedagogías alternativas.
Se brinda orientación y acompañamiento respecto a actividades que respeten el interés y el propio ritmo de aprendizaje de los niños basadas en las distintas propuestas que ofrecen las pedagogías alternativas.
El asesoramiento se brinda a familias y/o a grupos o instituciones...
En un programa que conduce Lalo Mir por radio Mitre de Buenos Aires (Animados) se presentó el caso de Esteban, un cartonero que nació y creció en una villa y que en la actualidad es profesor en la Universidad de Oxford (Inglaterra). ¿La clave? Esfuerzo y el proyecto concreto de salir adelante. En Mendoza, el grupo de ayuda mutua de padres que han perdido hijos -Renacer- afirma que la idea es comenzar a mirar hacia delante a partir del momento en que sus “niños” mueren. “Contener y ayudar al papá que llega, pero también aprender a volcar ese gran dolor en amor o en otras actividades positivas”, definían sus integrantes el objetivo del grupo.
Leandra (75) fue atropellada junto con su marido hace casi un año. Su esposo falleció y ella quedó con varias quebraduras y golpes físicos y emocionales. Cuando la familia temía porque ella cayera en la desesperanza, Leandra les dio a todos una lección de vida: se repuso notablemente de las dolencias corporales y salió fortalecida anímicamente.
Los casos mencionados son ejemplos de características resilientes en una persona. El término está pedido prestado a la ingeniería o la química de los elásticos y se relaciona con la resistencia de los materiales, con la idea de cómo algo se estira y vuelve a su lugar, a su forma normal. Así, una persona resiliente es quien continúa enfrentando la vida a pesar de sus sufrimientos y reveses, quien aprende lecciones positivas y provechosas de estas experiencias. El psicólogo Arturo Piracés, director de la licenciatura en minoridad y familia de la Universidad del Aconcagua, define la resiliencia como la capacidad que tiene un ser humano para salir a flote, pese a la adversidad. “Es poder resistir situaciones muy adversas sin perder la salud mental”, sintetizó Piracés.
Lo importante es que estas capacidades se pueden aprender. Aunque relativamente “nuevo”, el concepto también se aplica en el área de educación como una manera de valorizar lo positivo de los alumnos y de enseñarles a iniciar sus propios proyectos, a comprometerse y a conocer en qué son buenos. Esta capacidad de superar dificultades con éxito y desarrollar, además, nuevas habilidades también se trabaja en el área de familia. La Fundación Cimientos , orientada al fortalecimiento familiar, aplica el concepto para prevenir problemáticas en este entorno.
El término, además, se utiliza en sociología para hablar de lo que se denominan “comunidades resilientes” y comprender las características de determinadas sociedades para soportar y sacar provecho de problemas como catástrofes naturales, atentados terroristas y duras crisis institucionales, políticas o económicas.
Destacar fortalezas
El concepto de resiliencia pertenece a lo que se denomina psicología de la salud o psicología positiva que estudia al hombre normal a partir de sus fortalezas y no de sus debilidades. Aquí, la terapia apunta a solucionar problemas precisos y partir de estos hacia el futuro, por lo que ni el inconsciente ni el pasado son tan significativos. “La importancia del concepto es poder trabajar con el hombre concreto que puede hacer algo por sí mismo como tejer redes, conectarse con la gente, ser independiente, ver las cosas en perspectiva y verlas con humor”, señaló el psicólogo.
Ser resiliente implica, entre otras cosas, una madurez de la persona en todo el sentido de la palabra. Significa tener expectativas reales en relación con lo que uno es y tiene y con su entorno, es aceptarse con sus defectos y virtudes, es conocerse íntimamente. Es importante el aprendizaje que uno ha recibido desde chico, el modelo de familia que ha tenido y la manera en que este primer grupo social significa o le da sentido a lo que sucede. Así, hay familias que todo lo ven de una manera trágica o que son temerosas por demás.
Aunque estas primeras experiencias inciden en la manera en que la persona enfrentará los problemas, uno también puede ir reforzando o cambiando eso ya sea mediante el contacto con los demás, a través de grupos de apoyo o realizando terapias. Lo importante es poseer la capacidad y el deseo de responsabilizarse por la propia vida y de tomar las riendas de lo que nos concierne. “Buscar alternativas frente a los obstáculos y planteárselos como desafíos para superar, son características de una persona resiliente”, comentó Piracés.
En relación con la pérdida de un hijo, muchos se derrumban por completo, pero hay quienes tienen la capacidad de sobreponerse debido a que pueden mirar las cosas en perspectiva y cuentan con una relativa autonomía así como un proyecto vital propio. Muchos, como los padres de Renacer, han ido más allá y han creado instituciones o grupos que ayudan a quienes tienen experiencias similares. La pérdida de trabajo es otro ejemplo más cercano. Están quienes caen en depresión y se quedan sin recursos rápidamente y los que insisten, buscan alternativas y emigran, si es necesario.
Habilidades sociales
Otro de los puntos principales que caracteriza las personalidades resilientes es el desarrollo de habilidades básicas para conectarse con los otros: comunicarse, captar señales, percibir códigos y ampliar la red de relaciones sociales son puntos a favor. Hay quienes se conectan con un grupo muy estrecho de personas y que no tienen la capacidad de sobrevivir cuando esa red es rota.
Piracés explicó que una persona aislada sería poco resiliente ya que al conectarse adecuadamente con la gente se pueden compartir cosas así como aprender a ponerse en el lugar del otro. Por otra parte, hay una capacidad fundamental del ser humano que es aprender por modelo o imitación. “Claro que uno aprende de lo que uno vive, pero también es importante la experiencia de los demás. La capacidad resiliente es tener una red con la sociedad mayor, poder conectarse y estar receptivo”, remarcó el psicólogo.
En síntesis, la resiliencia significa poder aprender un repertorio de recursos para las situaciones difíciles. Un “recursismo” aprendido y no una desesperanza aprendida. Una de las claves es tomar la iniciativa, comprometerse con los propios proyectos y pensar que “yo soy actor de mi propia vida; lo que hago tiene influencia sobre mí, sobre los demás y sobre el entorno”
Diana Chiani Especial para Los Andes
www.losandes.com.ar 19/09/05
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