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Samer Al-Samarrai llegó a la educación desde las ciencias exactas. Y fue en el terreno -Bangladesh, Tanzania, Nigeria-donde conoció a algunos de los millones de chicos que están privados del derecho a la educación. "Hoy el mundo está gestando una 'generación perdida' de niños que jamás accederá a la escuela", aseguró este economista británico, analista principal de políticas del Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2010 (GMR) de Unesco, que el mundo conoció el martes pasado.

En una entrevista vía correo electrónico con Clarín, Al-Samarrai admitió que el GMR traza un cuadro desolador acerca de las posibilidades de alcanzar la "educación para todos" fijada en Dakar en 2000 por los países miembros de Unesco. Pero no cree que deba disculparse por el sombrío mensaje. "No estamos cargando las tintas. En esta crisis global, hay muchas más familias afectadas por la pobreza, la desnutrición aumenta y los niveles de educación y los presupuestos de ayuda se achican. Por ejemplo, Suecia e Irlanda han reducido sus aportes".

¿Por qué afirma que en el mundo hay una 'generación perdida' de chicos que nunca irá a la escuela?


La crisis global tiene un impacto significativo en la capacidad de las familias de enviar a sus hijos a la escuela. Pero aún cuando logren ingresar, los altísimos niveles de pobreza limitan el poder de concentración de los chicos e impactan negativamente en el logro de los aprendizajes. La crisis también pone presión en los presupuestos: la inversión educativa se reducirá en los próximos años. Esto tendrá serias consecuencias en la habilidad de los gobiernos para proveer a todos los chicos de oportunidades educativas de calidad. La ayuda internacional jugó un rol positivo en el progreso educativo, pero hoy esta fuente de inversión está amenazada. El Informe estima que se necesitarán 16 billones de dólares para lograr la educación primaria universal. Y esta cifra está lejos de los 3 billones que los donantes están destinando para los países pobres. Por estas razones hay una gran amenaza de detención y hasta retroceso en el progreso de la educación. Por esta razón el Informe alerta sobre una generación perdida.

Sobre cómo atender este drama -sólo en América Latina y el Caribe hay 3,5 millones de chicos sin escolarizar-, Al Samarrai, doctor en Economía por la Universidad de Sussex, es terminante: "Si no se lleva a cabo un esfuerzo concertado entre los gobiernos nacionales y la comunidad internacional es probable que no se logren los objetivos básicos del GMR -educación primaria para todos-, entre quienes sufren de mayor penuria educativa. No se trata de dar a estos grupos las mismas oportunidades sino que es preciso otorgarles una atención especial y adoptar medidas específicas".

Además del financiamiento, ¿cuál es el problema clave que plantea la educación de los más marginados?

Aunque las circunstancias son diferentes en cada caso, chicos de familias marginadas tienden a ser los más vulnerables y empiezan la escuela en desventaja. Es muy probable que no reciban los niveles de apoyo familiar a los que acceden los grupos en mejor situación. Esto hace que su trayectoria escolar sea más difícil. Vulnerabilidad también significa que los cambios en la situación familiar, por ejemplo, cuando un integrante se enferma o pierde el trabajo, muchas veces lleve a los chicos a abandonar la escuela.

A mayor pobreza, educación de menor calidad. Esta constante mundial, ¿cómo se revierte?

Sí, el Informe muestra que ocurre en muchos países. Chicos de comunidades marginadas asisten a escuelas de menor calidad y esto acarrea grandes disparidades en el aprendizaje. Sucede que los docentes frecuentemente no quieren enseñar en áreas donde ocurren las mayores marginaciones, remotas y menos atractivas que los centros urbanos. Y esto provoca una distribución inequitativa con los mejores docentes en las mejores zonas. Sin un fuerte gobierno central que redistribuya los recursos para achicar las brechas financieras entre las regiones, las disparidades seguirán existiendo. Por ejemplo, en Brasil, el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Básica (Fundeb), comenzó a achicar grandes brechas de inversión en el nivel estatal a través de la redistribución. Brasil puede dar muchas lecciones sobre cómo mejorar la calidad de la educación que reciben los grupos marginados.

www.clarin.com 24/01/10