Fonbec ofrece un sistema de padrinazgo de chicos y jóvenes de sectores vulnerables para que puedan continuar sus estudios

Cuando estaba en el secundario, Mauro Cendon Hidalgo supo que, al terminar el colegio, aunque fuese contra viento y marea, quería seguir estudiando. Iba a la Escuela de Educación Secundaria Técnica N° 3 Roberto Arlt, en Tortuguitas, le encantaban las computadoras y soñaba con convertirse en ingeniero en informática. "En ese entonces, vivía con mis dos hermanos más chicos y mi mamá, que era docente y estaba enferma de cáncer. A duras penas llegábamos a fin de mes: teníamos muchos problemas económicos", recuerda Mauro.

Esas dificultades, no atentaron contra sus ganas de progresar: le costaba muchísimo conseguir los materiales de estudio, pero su rendimiento académico era destacado. Cursaba cuarto año del secundario cuando Lucas Prieto, que era voluntario en una iglesia donde Mauro y sus hermanos iban a comer después de la escuela, le habló por primera vez de Fonbec. "Me contó de una fundación que otorgaba becas para estudiantes. Me dijo que había pensando en mí", dice el joven.

El Fondo de Becas para Estudiantes (Fonbec) tiene como misión posibilitar que estudiantes de sectores vulnerables, con un buen rendimiento académico (considerando sus notas, conducta y asistencia) y ansias de progresar, continúen sus estudios, evitando la deserción por falta de medios económicos. Al mismo tiempo, se propone brindarles herramientas para que el día de mañana sean capaces de auto-sustentarse y ayudar a los demás. Para esto, busca conectarlos con personas que quieran apadrinarlos mediante una suma de dinero mensual y un acompañamiento personalizado. En la actualidad, hay aproximadamente 1.400 "ahijados" (como se llama a los becados) de las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Jujuy, Mendoza, Misiones, Santa Fe, San Juan, Santiago del Estero, Salta y Tucumán.

Graciela Sanz de Barranco, directora de Fonbec en Mendoza, cuenta que la organización nació en 1999 de un modo "espontáneo", por iniciativa de un joven cordobés estudiante de ingeniería, Facundo Garayoa. "Un día, una chica que colaboraba con él en el voluntariado de un comedor y que estudiaba comunicación social, le contó que iba a tener que abandonar la carrera por falta de recursos. Facundo se sintió muy dolido, se lo comentó a un amigo, y éste le dijo que podía ayudarla", explica Graciela. Así, por intermedio de Garayoa, surgieron el primer padrino y ahijada.

Lo característico de la fundación es la metodología vinculante. "El chico sabe quién es la persona que lo beca, y esta persona conoce al joven y su problemática. Se busca generar ese encuentro humano, ese lazo entre padrinos y ahijados que da muchos frutos: nace un proyecto en común, no es que uno da y el otro recibe", asegura Sanz de Barranco. La beca tiene dos componentes, uno económico y otro afectivo. "Se resalta el valor del esfuerzo para obtener buenos resultados, distinguiendo entre sus pares al chico con ansias de progresar, lo que genera un efecto multiplicador en su entorno. Es una pulseada a esas tendencias asistencialistas o de igualar para abajo: acá se pondera al que estudia, se porta bien y busca en el estudio un proyecto de vida".
Para detectar a esos chicos que asisten a la primaria, secundaria, nivel terciario o universitario, se utiliza la figura del "mediador", un miembro de la comunidad educativa o barrial que genera el vínculo entre los estudiantes y Fonbec. "Son docentes, líderes sociales o simplemente personas con voluntad de ayudar que ven en la educación una posibilidad de desarrollo", dice Graciela. Una vez que se acredita el buen rendimiento académico y las necesidades económicas, el joven envía una carta en la que fundamenta su pedido y es incorporado a una lista de espera hasta que aparezca el padrino, que puede ser una persona o una empresa.

"Me gustó mucho la idea de poder tener un vínculo con mi padrino, Fernando González", admite Mauro. Se comunicaban con frecuencia por carta, se juntaban para tocar la guitarra (a los dos les encanta la música), ir al cine, o charlar un rato. "Era lindo sentirse acompañado por alguien que pudiera escucharte y darte un consejo. No sólo porque yo estaba pasando por una situación complicada en lo económico, sino porque mi mamá, Patricia, estaba enferma y al poco tiempo falleció". Patricia fue la primera mediadora de Fonbec en Buenos Aires.

Hoy, Mauro tiene 23, vive sólo y está cursando el tercer año de la carrera de ingeniería en informática, en la UBA. Desde hace cinco años, trabaja como desarrollador de software. El ex ahijado de Fonbec, ahora quiere convertirse en padrino: "Creo que esa es la filosofía de la organización: ayudarte para que, después, vos puedas ayudar a alguien más", dice. "Tengo ganas de devolver lo que me dieron y acompañar a un chico para que pueda salir adelante, como lo hice yo".

Quienes deseen colaborar con Febec, sumarse como padrinos o mediadores, llamar a los teléfonos (011) 4811-6430 / 15-6566-9068; o escribir a Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. Más información: www.fonbec.org.ar

Por María Ayuso 

www.lanacion.com.ar  24/08/15