Asesoramiento y acompañamiento en la crianza y educación de los hijos.

Se brinda asesoramiento a los padres basadas en la crianza con apego y en la disciplina positiva.

Se asesora sobre los primeros aprendizajes otorgando una serie de pautas e informaciones respecto a los aspectos evolutivos, madurativos, sociales y espirituales que favorezcan el vínculo familiar y el desarrollo integral de los hijos.

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Abordaje psicopedagógico integral del niño y su familia.

Se acompaña al niño desde el sufrimiento por sus dificultades de aprendizaje y se aborda la situación desde un enfoque holístico que tiene en cuenta su ser, su sentir y su hacer. Se trabaja desde el afecto y el vínculo con la familia y su vivencia en su trayectoria escolar.

La metodología de trabajo consiste en entrevistas con el niño, la familia y el niño junto a su familia.

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Asesoramiento,formación e información sobre pedagogías alternativas.

Se brinda asesoramiento, información y formación  acerca de las pedagogías alternativas.

Se brinda orientación y acompañamiento respecto a actividades que respeten el interés y el propio ritmo de aprendizaje de los niños basadas en las distintas propuestas que ofrecen las pedagogías alternativas.

El asesoramiento se brinda a familias y/o a grupos o instituciones...

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Tenemos la gran oportunidad de cambiar la educación criando niños felices aprendiendo con alegría, entusiasmo y amor.

Frecuentemente, se ha circunscrito la evaluación diagnóstica a las acciones que realizamos al inicio de un proceso de aprendizaje: cuando un estudiante ingresa a la institución con el propósito de iniciar o reiniciar sus estudios. De allí que en ocasiones su función se vea reducida a proporcionar información que nos permite ubicar a los alumnos en un determinado ciclo. Si bien es cierto, como veremos más adelante, que este proceso inicial es necesario, la evaluación diagnóstica puede tener funciones mucho más abarcativas y relevantes si la utilizamos en diferentes momentos y con variados propósitos. La función de la evaluación diagnóstica es siempre, en todo caso, ofrecer información sobre los puntos de partida de los alumnos que nos permitan tomar decisiones didácticas en dirección a favorecer y posibilitar el aprendizaje y esto es necesario durante todo el proceso.

En todos los niveles educativos, pero particularmente en la educación de adultos el diagnóstico de los alumnos es crucial para la promoción de aprendizajes significativos. Una característica de los estudiantes jóvenes y adultos es la heterogeneidad que presentan en relación con la cantidad y calidad de los conocimientos de que disponen cuando deciden iniciar o reiniciar sus estudios. Estos conocimientos, producto de la historia educativa de cada uno y de todos aquellos aprendizajes que han realizado a lo largo de su vida, ya sea en ámbitos formales o no formales, son la matriz y el punto de partida para la construcción de nuevos aprendizajes, por lo que difícilmente un proceso de enseñanza pueda comenzar "a ciegas", ignorando qué saben los alumnos sobre los temas que se pretenden abordar, cómo construyeron esos conocimientos, cuál es el nivel de profundidad o dominio acerca de ellos, entre otras cosas.

Por otra parte, como destacamos en documentos anteriores, las variables que afectan o intervienen en el aprendizaje de los sujetos adultos no son sólo cognitivas, aspectos de índole personal (como el interés y la motivación) y sociales (como la representaciones que tiene configuradas acerca de lo que son las instituciones educativas, los docentes, el ser un estudiante) tienen un peso decisivo en el aprendizaje. Los adultos que concurren a los centros, en su mayoría, han abandonado sus estudios hace mucho tiempo y manifiestan, en general, muy bajas expectativas respecto de sus posibilidades de rendimiento en situaciones de educación formal. Raramente pueden reconocer en forma espontánea los conocimientos y habilidades que construyeron en otros ámbitos de su vida, laboral, social, familiar, etcétera, como parte de los saberes previos necesarios para reiniciar sus estudios. Estas características, que no se relacionan directamente con las posibilidades de un sujeto para iniciar nuevos aprendizajes, deben tomarse en consideración a la hora de diseñar y administrar las estrategias de diagnóstico. De igual modo, los jóvenes, y en ocasiones adolescentes, que ingresan a los centros por haber sido expulsado del sistema regular, también tienen representaciones de sí mismo y de las instituciones que pueden constituirse en un obstáculo para identificar sus propias potencialidades para el aprendizaje.

Por lo tanto, si entendemos que el diagnóstico es una herramienta esencial para tomar decisiones que nos permitan adecuar nuestra enseñanza a las posibilidades y potencialidades de los estudiantes, es preciso, en primer lugar, realizar acciones de dignóstico durante diferentes momentos del proceso de enseñanza, y, en segundo lugar, dotarlo de un carácter integral, lo cual supone conciderar factores cognitivos, afectivos, motivacionales. Un buen diagnóstico trata de obtener información sobre los diferentes factores que influyen en el aprendizaje: conocer qué saben, que saben hacer con éxito, a que aspiran, como viven, cómo se relacionan, son, entre otros,
elementos muy importantes para una acertada dirección del proceso de enseñanza y de aprendizaje.

Definir en cada caso el objetivo del diagnóstico es crucial, pues nos indica su finalidad, nos ayuda a precisar qué aspiramos lograr, qué y para qué precisamos diagnosticar. Así por ejemplo, al inicio del curso, diagnosticamos el estado del alumno en el aprendizaje, sus motivos e intereses, su comportamiento, entre otros, con el propósito de caracterizarlo, y diseñar sobre esa base una estrategia de trabajo que favorezca la consecución de los aprendizajes que tenemos previstos.

Este proceso lo podemos realizar en diferentes momentos, a modo de seguimiento o profundización. En síntesis, un diagnóstico integral supone que podemos determinar no sólo los conocimientos previos de los estudiantes sino también, los procedimientos que emplean en la resolución de las tareas que le proponemos, el desarrollo de habilidades intelectuales y, también, sus motivos e intereses, todos ellos elementos esenciales para el aprendizaje.

ORIENTACIONES PARA EL DISEÑO DE LA EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA

El cuidado en el diseño de los instrumentos que utilizamos para diagnosticar los conocimientos, habilidades y actitudes de los alumnos es muy importante porque en ocasiones los errores de diagnóstico tienen consecuencias tanto para los docentes cuanto para los estudiantes.

Planificar un proceso de diagnóstico supone definir previamente una serie de indicadores que nos orienten en el relevamiento de la información que necesitamos obtener para planificar la enseñanza. Entre otros criterios, podemos destacar:

- la motivación para el aprendizaje;

- el nivel de conocimientos sobre temas particulares o generales;

- las operaciones del pensamiento con las que un estudiante es capaz operar (análisis, síntesis, comparación, abstracción y generalización);

- habilidades intelectuales para la solución de problemas, valoración, argumentación, entre otras;

- habilidades de planificación, control y valoración de la actividad de aprendizaje (metacognición);

- desarrollo de normas de conducta, cualidades y valores, así como el modo en que se comunican y relacionan con los demás.

Contar con esta información nos permitirá, además, agrupar a los alumnos de acuerdo con sus perfiles y características7. Si bien en ocasiones podemos trabajar con el grupo total e incluso organizar grupos con diferentes criterios según las tareas que se deseamos realizar, armar grupos en algún sentido homogéneo presenta algunas ventajas para los alumnos. En primer lugar, no todos los adultos aprenden con la misma rapidez. El agrupar a individuos con niveles similares de
conocimientos, destreza y habilidades les da la oportunidad de trabajar cooperativamente y progresar juntos. En segundo lugar, la gente aprende en forma diferente. Algunos, por ejemplo, si tienen un nivel aceptable de comprensión lectora aprenderán mejor si concentran su atención en materiales impresos, mientras que otros aprenderán mejor por medio de los conceptos visuales. Al agruparlos de este modo podemos desarrollar técnicas dirigidas a ciertos grupos pequeños con habilidades variadas de aprendizaje. En tercer lugar, mediante la organización de pequeños grupos tenemos más posibilidades de brindar atención individualizada.

También, los grupos pequeños favorecen la participación ya que permiten mayor interacción entre los alumnos.

En el diagnóstico los métodos más efectivos para enseñar y evaluar tanto el estado inicial cuanto el progreso y las potencialidades para los distintos tipos de aprendizaje son los que adoptan un enfoque centrado en los alumnos. Atendiendo a las características particulares de estos estudiantes, tal como se mencionó anteriormente, será preciso a su vez considerar algunos factores contextuales y de organización que pueden facilitar y alentar a los alumnos:

a) El cuidado por las condiciones "ambientales", esenciales durante este proceso, particularmente en el diagnóstico inicial. La situación que se diseñe debe ser cálida, amigable y libre de amenazas. Los alumnos no deben sentirse rechazados o que sus acciones o comentarios no son reconocidos adecuadamente, creándose así ansiedades innecesarias. Es fundamental generar una buena comunicación docente- alumno; alumno - docente; y de los alumnos entre sí.

b) En ocasiones los adulos presentan dificultades de atención y concentración para la realización de algunas actividades que le demandan un esfuerzo más o menos sostenido, por ello, es aconsejable disponer de un ambiente que no provoque distracciones.

c) Inicialmente, los adultos muestran cierta timidez para interactuar con otras personas en un contexto que no le es familiar, pero debemos promover la participación de todo el grupo. Para fomentar esta participación podemos utilizar métodos que sirvan de estimulo, como por ejemplo, formular preguntas y proponer actividades que los estimulen a dialogar; observar quiénes estén participando menos y esforzarse para estimular su participación; implementar algunas técnicas de dinámica de grupos que ayuden a contrarrestar las reservas iniciales sobre la participación y el aprendizaje.

d) Las actividades deben estimular diferentes formas de expresión entre los alumnos. Cada uno deberá tener oportunidades para la experimentación. No se trata solamente de identificar conocimientos y habilidades previas sino de ofrecerles la oportunidad de demostrar sus conocimientos y habilidades.

e) Cuando se trata de diagnosticar a jóvenes y adultos con bajos niveles de instrucción previa es muy importante la secuencia que adopten las tareas que se les plantean. Es conveniente iniciar el diagnóstico con actividades orales ya que para ellos es la forma más común de expresión y, paulatinamente, incorporar tareas de lectura y escritura, vinculadas con los diferentes ámbitos del curriculum. Se trata de presentar las dificultades en orden decreciente, que permita identificar hasta dónde el alumno llega a realizar por sí solo y cuándo comienza a cometer errores. Es recomendable presentar de una misma dificultad dos ejercicios para reducir los efectos del error ocasional por falta de atención o por si el alumno se encuentra en una etapa en que a veces lo hace bien y en otras se equivoca.

f) En muchas ocasiones los jóvenes y adultos fracasan en el intento de resolver algunas actividades porque el contexto en el que se les presentan estas tareas o los elementos presentes en las consignas les resultan desconocidos.

g) Es importante presentar actividades "reales" y con relevancia cultural, esto es, que les permitan aplicar conocimientos y habilidades que habrán de utilizar más adelante y en diferentes contextos. De este modo, el esfuerzo tendrá un valor real para ellos.

INSTRUMENTOS PARA EL DIAGNÓSTICO

Existe una gran diversidad de instrumentos para llevar adelante el proceso de diagnóstico. Como en general los instrumentos recogen diferentes tipos de información lo ideal es alternar varios de ellos para lograr un mejor conocimiento de los alumnos.

A modo de ejemplo se caracterizan algunos de los instrumentos que se utilizan habitualmente con propósitos diagnósticos.

Las entrevistas y los cuestionarios. Las entrevistas pueden ser estructuradas (se plantean las mismas preguntas a todos los alumnos) o no estructuradas (tienen un propósito guía pero las preguntas surgen del desarrollo de la entrevista). Para el período de diagnóstico inicial creemos conveniente comenzar con entrevistas no estructuradas (permiten observar como se expresan oralmente) puesto que son mucho más flexibles y se obtienen respuestas más completas y espontáneas acerca de las opiniones, intereses y aptitudes de los alumnos.

El cuestionario, tiene características semejantes a las entrevistas en cuanto al tipo de información que recogen, pero tiene como ventaja que puede ser utilizado en situaciones grupales, si se formulan unas pocas preguntas relacionadas con aspectos de la vida cotidiana de los sujetos, puede servir para observar la capacidad de los alumnos para expresar sus expectativas u opiniones por escrito. En el caso de los cuestionarios es importante formular las preguntas de modo que no sea
posible contestar con un si o un no sino que exijan escribir un par de oraciones como mínimo. Por ejemplo, ¿ por qué cree que es importante terminar la escuela primaria? o ¿qué cosas cree usted que va a aprender?

Existen, también, diversas técnicas de observación, como más adecuadas para utilizar en el diagnóstico inicial e inclusive durante todo el proceso de aprendizaje. Los registros anecdóticos y las escalas de valoración, listas de control. En el primer caso se trata de un método poco estructurado para realizar observaciones y registros de los comportamientos más típicos de los alumnos, referidos a sus actitudes y su desempeño durante un período determinado. Se trata de breves descripciones de algún aspecto observado que se considera de interés y que, realizados periódicamente, permiten registrar la evolución de cada alumno en su proceso de aprendizaje. Contar con esta información es importante, además, para realizar el seguimiento de alumnos que manifiestan dificultades y para diseñar estrategias de acuerdo con sus necesidades. Con las escalas de valoración es posible observar y registrar el grado de desempeño que los alumnos demuestran en las actividades propuestas. En ese caso se recoge información para delinear el perfil de los destinatarios y para que los alumnos y el docente conozca sus posibilidades y sus limitaciones. Las listas de control permiten saber en qué grado se han logrado los objetivos.

Por último, es preciso destacar que el proceso de diagnóstico es un aspecto fundamental para asegurar buenos resultados. Los éxitos o deficiencias futuras están relacionados de alguna manera con el diagnóstico de los alumnos. Por ello, es necesario:

- crear ambientes que faciliten la discusión y el análisis de las actividades que se proponen;

- crear instrumentos que permitan detectar los puntos débiles en el conocimiento, pero también, que ofrezcan la oportunidad de que los adultos puedan mostrar sus potencialidades;

- presentar actividades con una gradación de dificultades en orden decreciente, que permita identificar hasta dónde el alumno llega a realizar por sí solo y cuándo comienza a cometer error.

- propiciar la participación activa, consciente y reflexiva de los alumnos en el diagnóstico de sus conocimientos y habilidades, así como de sus potencialidades para seguir aprendiendo.

Las propuestas de instrumentos y actividades que se presentan en el anexo no conforman una secuencia estructurada que debe administrarse tal cual, el objetivo es que sirvan de guía o modelo para facilitar el trabajo de los docentes en esta etapa y que, de acuerdo con las necesidades de su grupo puedan diseñar otras nuevas.

Fuente: www.abc.gov.ar

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