Asesoramiento y acompañamiento en la crianza y educación de los hijos.
Se brinda asesoramiento a los padres basadas en la crianza con apego y en la disciplina positiva.
Se asesora sobre los primeros aprendizajes otorgando una serie de pautas e informaciones respecto a los aspectos evolutivos, madurativos, sociales y espirituales que favorezcan el vínculo familiar y el desarrollo integral de los hijos.
Abordaje psicopedagógico integral del niño y su familia.
Se acompaña al niño desde el sufrimiento por sus dificultades de aprendizaje y se aborda la situación desde un enfoque holístico que tiene en cuenta su ser, su sentir y su hacer. Se trabaja desde el afecto y el vínculo con la familia y su vivencia en su trayectoria escolar.
La metodología de trabajo consiste en entrevistas con el niño, la familia y el niño junto a su familia.
Asesoramiento,formación e información sobre pedagogías alternativas.
Se brinda asesoramiento, información y formación acerca de las pedagogías alternativas.
Se brinda orientación y acompañamiento respecto a actividades que respeten el interés y el propio ritmo de aprendizaje de los niños basadas en las distintas propuestas que ofrecen las pedagogías alternativas.
El asesoramiento se brinda a familias y/o a grupos o instituciones...
Personas con discapacidad que estudian, trabajan y hacen valer sus derechos para conseguir insertarse socialmente
En una sociedad poco acostumbrada a lo diferente, ellos dicen presente y hacen valer sus derechos. Estudian, trabajan, son ciudadanos, votan y circulan por la ciudad demostrando que sus diferencias no son más marcadas que las del resto de los mortales. Es cierto que tienen alguna limitación física, pero que compensada con entusiasmo, energía y convicción hace que nada sea imposible si dejan el corazón en conseguirlo.
Gracias a casos como los suyos, día a día las personas con discapacidad se van amalgamando con mayor naturalidad al zoológico social, se incorporan como una población más a la que hay que asistir de las herramientas necesarias para que puedan llevar una vida plena.
Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para mejorar el presente y el futuro de las 5.114.190 personas con discapacidad que viven en el país viviendo en el país (12,9% de la población) según datos del último censo 2010. Porque las cifras disponibles señalan que todavía el 4,7% está desocupado y el 68,4% inactivo; que el 38,4% no tiene cobertura por obra social y/o plan de salud privada o mutual y que sólo el 17,8% tiene estudios secundarios.
"Yo soy discapacitada porque la gente me ve así y no porque yo me sienta así. Por eso creo que la discapacidad es un tema más social que físico porque yo no me siento diferente y todo lo que quise hace lo pude hacer. Necesitás que te den la posibilidad de que te conozcan. Es una barrera que se levanta hasta que te conocen y ahí se derrumba porque se rompen los prejuicios", afirma Karina Dicono, de 30 años, en las oficinas de Adecco en donde actualmente trabaja como Analista de Selección. Tiene una sonrisa cálida, espontánea y mientras habla su mirada transmite una mezcla de dulzura y seguridad.
Karina nació a los 6 meses con una focomelia congénita que trajo como consecuencia que hoy en día sólo tenga su mano derecha. Eso no le impidió tener la misma vida que el resto de sus amigos: fue a una escuela primaria pública y a una secundaria privada que transcurrió sin sobresaltos. "Nunca tuve ningún problema en el colegio, ni viví ninguna situación traumática o de discriminación a raíz de mi discapacidad. Igual siempre que entrás en un grupo nuevo prefiero que me pregunten qué me pasó a que me estén mirando. Por eso para evitar ese mal momento, en cuanto ingreso a un grupo yo los encaro y les cuento, y hasta hago chistes. Soy la primera que asume que tiene una discapacidad. Yo creo que es fundamental convivir todos con sus particularidades para vencer los miedos porque cuando la gente no conoce algo, lo margina", cuenta Karina, que vive en villa del Parque con sus padres, y está en 4to año de Recursos Humanos en la UCES. "Estoy muy contenta porque es una mezcla de contenidos blandos y números", resume.
Su tránsito por el mundo laboral comenzó a los 20 años en los comercios del barrio como locutorios o quioscos, a los que siempre llegaba por recomendación de algún familiar, vecino o conocido. Más tarde ingresó como cadeta administrativa en la Fundación Rumbos -dedicada a la accesibilidad de personas con discapacidad- en la que después se desempeñó como asistente.
Después de estar unos meses sin trabajo en el 2010, Karina se enteró de la Bolsa de Empleo para Personas con Discapacidad del Ministerio de Trabajo y se anotó. Actualmente son 8000 las personas inscriptas, con perfiles muy variados, y 2000 los que lograron una inserción en el mercado formal de trabajo, ya sea a través de colocaciones formales en el empleo público y privado, como dirigiendo sus propios emprendimientos. En relación al sector privado, si bien han participado unas 230 empresas en programas específicos contratando personas con discapacidad, son aún más aquellas las que confían en el este Servicio de Empleo seleccionando candidatos para su ingreso.
Gigante fue el asombro de Karina cuando tan sólo 2 días después de su inscripción la llamaron desde la Oficina de Empleo para hacerle una entrevista y preguntarle qué perfil de trabajo estaba buscando. "Enseguida me dijeron que había una propuesta, me hicieron otras entrevistas y hace un año y medio entré a trabajar en Adecco como recepcionista y haciendo algunos trabajos de asistente de selección. Me fueron sumando tareas relacionadas con lo que yo estudio y después de un año me pasaron a este nuevo puesto de Analista de Selección", cuenta Karina, a la vez que resalta que no todas las empresas tienen el mismo compromiso para integrar a personas con discapacidad.
Poder conseguir un trabajo por su cuenta, fue una experiencia completamente movilizadora para Karina y que vivió como un éxito personal. "Esto fue algo que yo salí a buscar y entonces tiene otro valor. Me acerqué yo a inscribirme, tuve que pasar por un proceso de entrevistas y selección. Y eso te hace sentir que ganaste, porque el puesto hoy es mío por sobre otros candidatos", explica.
Para ella, el trabajo es fundamental para sentirse productiva y encontrar un lugar de pertenencia. "Te hace sentir bien con vos misma, te hace sentir parte y que compartís los mismos lugares que otras personas. Además, hacés tu aporte a la sociedad y te refuerza la autoestima, te estructura el día y la vida. Yo tuve un recorrido bastante fácil pero eso no es lo común", agrega, mientras cuenta que tipea bastante rápida a pesar de tener una sola mano. "Y lo hago sin mirar. Obvio que alguna vez le pifio, ¿no?", dice sonriendo.
Su primer objetivo en el corto plazo es terminar la carrera -que cursa a la noche porque durante el día trabaja- y después poder orientarse laboralmente a la administración de persona: "Es una mezcla perfecta entre el contacto humano y los números. Además me gusta mucho la capacitación. A nivel personal, me encantaría irme a vivir sola y en algún momento formar una familia, como cualquiera", conlcuye Karina, con la tranquilidad de saber que, como hasta ahora, va a poder conseguir cualquier cosa que se proponga.
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Uriel Weicman llega a la puerta del Instituto Nacional de Tiempo Libre y Recreación, en Recoleta, con su mochila al hombro y su calma a cuestas. Con una tranquilidad que desentona con la locura de las 6 de la tarde de la city porteña, Uriel, de 22 años, se dispone a contar cómo se convirtió en un joven que encontró la motivación que necesitaba para ofrecerle al mundo todo lo que tiene para dar.
A pesar de sólo tener un 10% de visión -el resto la perdió producto de una meningitis en sus primeros días de vida- Uriel tiene una mirada nítida de lo que quiere en su vida: "Para mí lo más importante es participar y darle lugar al otro para ver qué le interesa y qué para aportar al construir colectivamente", sostiene Uriel, a la vez que aclara con relación a su discapacidad: "Yo veo así desde que nací y aprendí a ser funcional a mi manera", afirma esta joven que vive en Almagro con sus padres y su hermano menor.
Por eso, Uriel se las ingeniaba para poder absorber los conocimientos durante su escuela secundaria en el Instituto Sudamericano Modelo Uriel. Como no llegaba a ver el pizarrón, usaba anteojos para leer de cerca. Pero además, se valía del apoyo de su entorno que lo asistía: sus padres le leían los libros o le ampliaban los textos de las fotocopias; sus compañeros le dictaban, él grababa las clases o pedía los apuntes y después su mamá se los transcribía en letras más grandes.
Más allá de no tener inconvenientes en la parte académica, Uriel reconoce que por momentos no se sentía del todo cómodo durante esa época: "No es que la pasaba mal pero mis compañeros no entendían lo que me pasaba. Me escondían la cartuchera cuando yo no estaba mirando. Era un problema de desconocimiento mío, de mis compañeros, de mis padres, de mi hermano, de las herramientas que existían para que yo pudiera tener una vida más plena", cuenta.
Cuando terminó la secundaria, sentía que no estaba del todo preparado para estudiar una carrera, así que decidió viajar y empezar a dar talleres de educación no formal en un centro judío al que asistía. Allí realizaba actividades recreativas con los chicos para trabajar valores, temas relacionados con la ecología o el judaísmo.
Como él, son muchos los jóvenes con discapacidad que en algún momento - o nunca - no logran adaptarse al trayecto escolar, y terminan dejando. "Hay un nivel de deserción escolar muy grande en las personas con discapacidad visual. Te diría que un 70% no estudia, más allá de su nivel socio-económico", sostiene Uriel. En este mismo punto, Graciela Ricci, directora general de Adeei -ONG que hoy en día tiene 250 chicos integrados en los niveles inicial, primaria, secundaria y terciario- agrega que "cuando la ley habla de inclusión está hablando de que todos los chicos se tienen que escolarizar pero esto también puede hacerse en escuelas especiales. La interpretación que se le da a la ley es que todos los chicos tienen que estar en la escuela, pero no integrados unos con otros. Nosotros, en cambio, luchamos por "todas las escuelas para todos los chicos".
La experiencia de Adeei es que los chicos que pueden transitar la escuela común y terminar el secundario, generalmente se ubican en un trabajo competitivo. Esto les permite acceder a un sueldo, una obra social, estar en blanco y vacaciones pagas. "Esos chicos no van a necesitar ir al centro terapéutico, al centro de día o al hogar. No van a tener que depender de sus padres y van a poder empezar a armar sus propias familias. Nosotros tenemos más de 80 de chicos ubicados a través de nuestra área laboral. En relación a la escuela, ha aumentado el nivel de escolarización de las personas con discapacidad y también los casos de integración escolar. Hay más conciencia, Los padres lo piden, los profesionales lo recomiendan pero lo que no hay es decisión política suficiente", dice Ricci.
Uriel sentía que le faltaba algo más para tomar la decisión de empezar sus estudios terciarios. "En 2008 me acerqué a la Asociación para el Desarrollo de la Educación Especial y la Integración (Adeei) para aprender computación. Ya andaba solo por la calle pero me costaba ver los colectivos o los nombres de las calles así que también hice un curso de Movilidad y Orientación Comunitaria para manejarme mejor en la calle", recuerda Uriel, quien adquirió en ese entonces un pequeño telescopio que guarda en su bolsillo y le sirve para ver el número de los colectivos o lo que haga falta.
Con la confianza hinchada y el corazón lleno de energía, Uriel se anotó en 2009 en la Tecnicatura Superior en Pedagogía de la Educación Social en el Instituto Nacional de Tiempo Libre y Recreación, de la que todavía le quedan 10 materias que cursa de noche. "Me gusta mucho la educación que tiene que ver con lo no formal. El perfil del egresado es para trabajar en proyectos barriales y comunitarios, en políticas públicas, en ONG, en colegios como asesores pedagógicos", cuenta Uriel.
Ese mismo año empezó a trabajar en una pasantía educativa como auxiliar del taller "Tiempo libre y socialización" dirigido a personas con discapacidad en Adeei. En el 2010 ya pasó a tener una pasantía rentada en talleres de Socialización y Aprestamiento Laboral para personas con discapacidad mental y desde el 2011 forma parte del equipo estable de Adeei.
Pero su revolución interna llegó en 2010 de la mano de Fabiana Mon, una rehabilitadora visual que lo acercó a un grupo terapéutico de personas con baja visión al que hoy todavía asiste cada 15 días. "Fue importante encontrarme con personas que habían vivido lo mismo que yo en diferentes aspectos de su vida", recuerda.
Para esa misma época, Tiflonexos estaba organizando un encuentro para personas con baja visión que estuvieran estudiando del cual participó y ahí encontró el espacio que estaba necesitando. Se puso en contacto con la Red Materiales y apoyo tiflo educativo (MATE ) para generar accesibilidad a los estudiantes con discapacidad visual y nunca más pudo parar.
Hoy en día trabaja en la Red en la que - además de hacer amigos y de mejorar las posibilidades educativas para el resto de los estudiantes con baja visión - encontró su lugar: "es increíble vivenciar el empoderamiento que podemos conseguir las personas con discapacidad en nuestras vidas, la posibilidad de participar e involucrarnos. Hoy participo de la Comisión de Estudiantes de la Red MATE con el objetivo de crear un nuevo centro en Salta. La idea es que haya uno en cada provincia del país", cuenta este joven que tiene un lector de pantalla en el celular y el programa Magic en la computadora, una suma de magnificador de pantalla y lector de pantalla.
Con una mirada retrospectiva, Uriel reconoce que recién cuando llegó a Adeei y empezó a asumir su discapacidad con otra madurez pudo empezar a desenvolverse en cada espacio de otra manera. "Hoy todos mis compañeros saben que tengo baja visión y no hay ningún problema. Algunos me escriben lo que está en el pizarrón y yo le pido los textos digitalizados a los profesores. Nunca en el secundario pensé que iba a tener tanta capacidad de gestión y de hacer cosas", concluye Uriel, con el desenfreno propio de quien siente que puede conquistar el mundo.
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Para los vecinos de Belgrano es una postal común verlo a Gabriel Avruj circulando con su silla de ruedas automática por las veredas del barrio. Su casa y su oficina -ambas ubicadas en edificios totalmente adaptados- quedan a sólo un radio de seis cuadras de distancia, y él va y viene con total libertad. En esos trayectos, es habitual verlo saludar a los porteros, los empleados de los locales y hasta que una señora lo pare para darle un beso.
"Hace 3 años hice una presentación en el CGP para que me hicieran las rampas del recorrido que necesito hacer para moverme en el barrio. Las calles muchas veces están rotas y ni hablar de las veredas. Por suerte las rampas están bien hechas, con buen material y abarcan toda la esquina. La línea punteada es para que las personas ciegas sepan que viene una rampa. La plaza más cercana es a 4 cuadras y no puedo llegar porque las veredas están rotas. Me tiene que acompañar alguien para ayudarme con la silla", sostiene Gabriel, que hace 25 años tuvo un accidente de auto que le cambió la vida, y también su manera de moverse en ella.
Es que circular en una ciudad como la de Buenos Aires con tantas barreras arquitectónicas para las personas con movilidad reducida no es tarea sencilla. Según un informe de la ONG Acceso Ya, el 85% de las escuelas son inaccesibles, como así también el 70% de los colectivos, el 93.2 % de los lugares gastronómicos, el 71 % de las sucursales bancarias, el 75 % de los edificios con oficinas y dos de cada 15 oficinas de gobierno.
A partir del accidente, la movilidad de Gabriel se vio totalmente transformada, así como su situación personal y familiar. En ese entonces, el edificio en el que vivía con sus padres no era accesible, y fue así que su padre -un ingeniero civil- comenzó a interesarse por la arquitectura para todos. Creó el Grupo Edificios Sin Barreras, que lleva adelante el asesoramiento y la construcción de edificios sin barreras arquitectónicas -accesibles para todas las personas-, y la concientización de la población en estas temáticas. Fue así que su primera obra fue construir un edificio totalmente accesible en el que Gabriel pudiese moverse con la silla de ruedas libremente: no tiene rampa para entrar, los ascensores tienen botonera al nivel de una persona en silla de ruedas, con botones fáciles de apretar, señalización en braille y con puertas son automáticas.
"Hace 10 años no podía viajar ni en colectivo ni en subte. Ahora hay varias estaciones de subte con ascensor y muchos de los colectivos están adaptados", dice Gabriel, que reconoce que ha habido avances en la accesibilidad en el transporte.
Después de 3 largos años de depresión luego del accidente, gracias al apoyo de su familia, de sus amigos y de su incursión en el camino espiritual, Gabriel empezó a reinsertarse en la sociedad. Retomó sus estudios secundarios y se dispuso a salir adelante. "La vida no es solamente acceder a un lugar y por suerte en la Argentina la gente es muy solidaria. En la secundaria el aula estaba en el primer piso y todos los días cuatro compañeros me cargaban por la escalera con la silla para que pudiera llegar", cuenta con el mismo entusiasmo con el que encaró numerosas campañas de concientización para que más lugares fuesen accesibles, se instalaran rampa o se adecuasen las estaciones de subte y los colectivos.
A partir de allí, Gabriel fue creciendo en ganas de hacer, en proyectos y en su espíritu. Estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Belgrano y actualmente dirige la filial local de Humanity´s Team y la ONG Conciencia sin Barreras. "Si bien la universidad es accesible porque tiene un ascensor para las personas que estamos en silla de ruedas, la entrada al ascensor está separada de la entrada principal. Entonces cada vez que yo venía con mis compañeros, me tenía que separar e ir solo al ascensor, y ahí se resentía mi desarrollo social", aclara Gabriel, que hace unos años se mudó a otro edificio accesible en el que además de las comodidades del anterior, tiene un departamento con paredes curvas para facilitar el desplazamiento con la silla pero también para dejar fluir la energía, un baño adaptado y sin pasillos. "Estos son edificios en los que puede vivir cualquier persona. No me hubiera gustado irme a vivir a un edificio para personas con discapacidad porque hubiera sido discriminatorio", aclara Gabriel, mientras sueña con un mundo accesible y pensado para todos. Por eso, su misión actual reside es despertar al mundo a la conciencia de la humanidad. "En esencia somos todos uno. Si entendiésemos eso no generaríamos barreras arquitectónicas porque, en definitiva, el otro soy yo mismo".
DIXIT
"Yo soy discapacitada porque la gente me ve así y no porque yo me sienta así. Por eso creo que la discapacidad es más un tema social que físico"
Karina Dicono Asistente de Selección en Adecco
COMO COLABORAR
La Usina
Adeei
RALS
Adecco
Las Lomas Oral
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Dirección Promoción de la Empleabilidad de Trabajadores con Discapacidad
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ÁREA PSICOPEDAGÓGICA OFRECE NUEVOS SERVICIOS:
Información en: coordinacion@areapsicopedagogica.com.ar
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