Frente a la ansiedad de chicos y padres por la postergación del inicio de las clases, los especialistas recomiendan empezar a repasar los contenidos del año pasado, fomentar los espacios de lectura en casa y no desvalorizar la figura del maestro.

Abigail Torres pasó a cuarto grado. Vive en la ciudad de Virrey del Pino, en La Matanza. Aunque marzo se está terminando, ella todavía no conoce a su maestra de este año. Extraña a sus compañeros; no ve la hora de empezar las clases. Tampoco termina de entender por qué su prima, que va a un colegio privado, sí tiene clases desde hace tres semanas. Cada vez que el noticiero se pone a hablar del conflicto docente, ella apaga la tele. “¡Basta, me tienen podrida!”, se ofusca. A Abigail le encanta estudiar, siente que la escuela es su “segunda casa”. Para ella, no tener clases es quedar a la intemperie.

La mamá de Abigail, Silvana Echenique, sufre al ver a su hija todo el día en casa, porque sabe que ella está ansiosa por empezar el ciclo lectivo. Pero aclara: “Mientras los maestros cobran una miseria, los políticos no tienen paritarias: ellos se aumentan el sueldo cuando se les canta. El reclamo de los maestros es justo”. Silvana lamenta que “ahora, los que quieren buena educación se tienen que pagar un colegio privado”. Y ejemplifica: el año pasado, la maestra de tercer grado de su hija en la escuela pública tuvo que dividir el curso en dos, porque la mitad de los chicos aún no había aprendido a leer.

Lorena Airala, mamá de 5 hijos que van a distintas escuelas públicas de Moreno, denuncia que “el conflicto actual muestra la desigualdadentre los chicos que van a colegios privados y los que van a escuelas estatales: queda claro que acá sólo tenés educación y salud si las podés pagar”. “Los maestros tienen salarios bajísimos, y eso no puede ser. Pero cada día que se pierde es imposible de recuperar. Si a los paros les sumamos los feriados, Semana Santa, las jornadas de capacitación y el Mundial... ¿qué van a hacer los chicos este año? Después vienen las vacaciones de invierno”, resume angustiada. 

Algunos de sus hijos están ansiosos por comenzar, otros están resignados. Agustina, la mayor, que este año termina la secundaria, vive la situación con frustración: “Nos rascamos durante el año y después cuando llegamos a la universidad nos cagan a palos”, grafica. El año que viene ella quiere empezar el CBC de Medicina en la UBA, pero teme no llegar lo suficientemente preparada.

A los más chicos, Lorena los manda a las clases de apoyo escolar que brinda la Fundación Pies Descalzos en Moreno. Allí reciben a varios niños y adolescentes que aún no empezaron las clases por el paro. “Hay muchos chicos que quieren estudiar, y que lo están haciendo con esfuerzo y compromiso, más allá de que la realidad social de sus barrios es compleja”, sintetiza Lucas Oromí, coordinador del área de Desarrollo de la Fundación.

Mientras los chicos estén en casa, Flavia Peralta, una de las alfabetizadoras de Pies Descalzos, recomienda a las familias “empezar a repasar en casa lo que hicieron el año pasado”. Flavia también sugiere “organizar juegos didácticos en los que los chicos apliquen los conocimientos que aprendieron; por ejemplo, con los más pequeños se puede armar una lotería con sumas y restas, o juegos de memoria para refrescar las tablas”. Otra opción es “agarrar una revista, recortar alguna foto que les guste y usarla como disparador paraescribir un cuento”, y que después los chicos lo lean en voz alta.

Tal vez una de las mejores compañías para estos días de tiempo libre forzoso sea la lectura. María José Bíscaro, docente y responsable de la editorial pedagógica Ediciones Mawis, explica: “Para lograr que la lectura sea percibida como una actividad placentera, es necesario buscarle un espacio y un momento específico, y compartirla en familia”. María José destaca que es importante que los chicos elijan qué quieren leer, de acuerdo a su edad. Visitar la biblioteca del barrio para llevarse prestada alguna obra, o recorrer una librería con ellos, pueden ser oportunidades para que se sumerjan en el mundo de los libros. 

Magdalena Scott, directora del colegio Oak Hill de Pilar, también recomienda “volver a ordenar la rutina diaria y acomodar los horarios, que suelen distenderse durante las vacaciones”. Pero, sobre todo, esta docente hace hincapié en cuidar el mensaje que los padres les transmiten a sus hijos en relación con el conflicto docente. “Puede haber algunos papás enojados con la situación, pero es fundamental no desvalorizar frente a los chicos la figura del maestro. Si desde casa desprestigiamos a los docentes, eso dejará una huella en las creencias de los chicos. Y ese es un daño a largo plazo, con un efecto mucho más negativo que el de cualquier paro”.

CLAVES PARA LOS PADRES

• No criticar a los maestros delante de los chicos ni desvalorizar su figura. La opinión de los padres influye en la de sus hijos y las críticas agresivas solo contribuyen al deterioro de la autoridad docente, que ya está muy golpeada.
• Generar en casa espacios de lectura compartidos. Procurar que los chicos se acerquen a la lectura por placer, que elijan los libros que más les gusten y la lectura se vuelva un hábito diario. Visitar con ellos la biblioteca del barrio es una buena opción.
• Organizarles juegos didácticos en los que pongan en juego los contenidos que aprendieron en la escuela. También puede servir sugerirles páginas web con juegos didácticos. Algunas recomendables:www.educapeques.com, www.aprendiendomatematicas.com,www.vedoque.com, www.cyberkidz.es.
• Con los más grandes, delegar algunas tareas de la casa que les permitan fortalecer sus habilidades y ganar autonomía. Hacer las compras, por ejemplo, les exige poner en práctica las operaciones que aprendieron en matemática (desde sumar hasta calcular descuentos)

www.clarin.com  25/03/14

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