POR LUCIANA AGHAZARIAN - ESPECIAL PARA CLARÍN

Definir a qué colegio mandar a los chicos es un proceso crítico para los padres. En esta nota, varios expertos recomiendan qué criterios tener en cuenta.

Jornada completa o simple. Con orientación en arte, deportes o informática. Bilingüe o no. Laica o religiosa. Cerca de casa o no tanto. Que predomine la exigencia académica o la construcción de otros valores. Todas estas inquietudes y más aparecen en los padres a la hora de buscar la escuela para sus hijos. ¿Existe la escuela indicada para cada niño? ¿Cómo encontrarla? En este informe de Clarín Educación, expertos, docentes y padres ofrecen algunas pautas.

“En primer lugar –recomienda Marta Libedinsky, magíster en Didáctica y profesora de Psicología y Ciencias de la Educación– hay que hablar con los hijos y ver qué es lo que les gusta hacer y lo que no. Y así lograr un balance entre lo que uno como adulto quiere y lo que ese chico quiere y puede. Forzar una situación no tiene mayor sentido porque así el niño no va a ser feliz”. Sandra Raubian, licenciada en Psicopedagogía y directora del nivel secundario del Colegio Armenio Jrimian, coincide: “A veces los padres anhelan una escuela en la que los chicos no se sienten cómodos porque no los ayuda a aprender placenteramente. Entonces, es fundamental escuchar sus necesidades y demandas”. En este sentido, Libedinsky hace hincapié en que no siempre es lo más adecuado enviar a todos los hijos a la misma institución, a pesar de la practicidad que esto garantiza, “ya que el hecho de que sean hermanos no significa que sean iguales”.

Ahora bien, una vez definidas las prioridades, en base al diálogo entre los padres y con los niños respecto de las características centrales que debería tener la “escuela indicada”, se abre un largo camino que, muchas veces, hace chocar a las familias con la realidad. “No existe el colegio ideal, el que reúna todo lo que buscamos –indica Tamara Vinacur, licenciada en Educación y cofundadora de la consultora Diéresis–, pero sí podemos tener una idea realista de lo que vamos a encontrar y lo que no en cada institución, y en base a eso optar”.

Para achicar el universo de posibilidades lo más conveniente es hacer una preselección y visitar hasta un límite de tres escuelas. De sacarle el máximo jugo a las entrevistas dependerá, en gran parte, la elección más adecuada. Por eso los expertos recomiendan deshacerse de prejuicios y temores, y animarse a preguntar desde la historia de la institución, la propuesta pedagógica y los proyectos escolares en marcha hasta la cantidad de alumnos por aula o la demanda que generará la escuela para con la familia.

Daniela Spaccarotella, mamá de Martina y Santino (de 3 y 2 años), vivió el proceso en carne propia. Primero la crisis, más para ella que para los chicos, que significó tomar la decisión del traspaso del jardín maternal a un colegio y, segundo, la responsabilidad de tener que escoger el “segundo hogar” de sus hijos. “El colegio del cual egresé, que finalmente elegimos –dice Daniela–, siempre fue una opción por la cercanía de mi casa y por la confianza que me generaba haberlo conocido como alumna. Evaluamos otras opciones, pero las descartamos por ser muy costosas en el caso de las bilingües o por no contar con nivel secundario, dado que queríamos una escuela donde pudieran generar vínculos y continuarlos hasta el final de la escolaridad”.

En relación con este último punto, Vinacur hace referencia a que “en el último tiempo cada vez son más los que al hacer la elección del jardín, buscan una propuesta que incluya los siguientes niveles. Hay que tener una cierta flexibilidad al respecto porque ningún niño se mantiene estable a lo largo del tiempo; es probable que desarrolle otros intereses y hay que ver si la escuela sigue cumpliendo con las prioridades de la familia”.

Recorrer el edificio, observar las condiciones de seguridad, mirar las producciones de los alumnos en las paredes, conocer si se utilizan las nuevas tecnologías, son otras de las claves. Sin embargo, Daniela Mini, licenciada en Letras y maestra de la materia Prácticas del Lenguaje de 6° y 7° grado, advierte: “A veces los padres se quedan con el recorrido de las instalaciones y se deslumbran, pero después hay que ver cuánto se usan esos espacios. Entonces, habría que consultar cómo se utilizan, qué proyectos se llevan a cabo allí”. Del mismo modo, la docente subraya el hecho de que más actividades no necesariamente implican un mayor aprendizaje: “En la mayoría de las escuelas, con la idea de brindar ofertas atractivas, les quitan carga horaria a las materias oficiales para incluir teatro, tecnología, arte, lo cual está bárbaro pero es importante que los padres lo sepan. Porque, en general, la consecuencia es que los chicos no adquieren bien esos contenidos obligatorios”, asegura Mini.

El boca en boca es otra de las patas que sostienen una decisión acertada, por lo que no hay saltearse el paso de contactarse con otros padres. Daniela Spaccarotella, que trabaja a tiempo completo, relata: “Con las mamás de los compañeros del jardín maternal aprovechábamos los cumpleaños para debatir acerca de los colegios del barrio”. Martina hoy se sorprende de haber podido comprobar ella misma lo que le había contado su madre: en la nueva escuela hay calesita, tobogán, un patio gigante y “un montón de amiguitos y seños”. “Desde el primer momento –se enorgullece su mamá– me transmitió que se sentía a gusto, la vi contenta y por eso sentí que mi elección había sido la correcta”.

www.clarin.com  16/08/13

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